Hugo Chávez demostró lo persuadido que estaba por el régimen castrista, hasta el punto de rodearse de santeros cubanos cuya función consistía en vigilar al gobierno venezolano y comprobar que siguieran las directrices de Fidel Castro. El periodista venezolano David Placer desvela en su libro "Los brujos de Chávez" cómo el régimen chavista utilizó la superstición para aumentar y retener el poder durante varios años: santería, brujería y actos esotéricos en el propio palacio de Miraflores. “Logré entrar al palacio presidencial, comprobé que efectivamente sí se usaba la magia para hacer rituales espiritistas. Además, Chávez acudía a leer las cartas con la bruja Cristina Marksman, hermana de su amante entre 1982 y 1992, Herma Marksman", afirma. Chávez no tomaba ninguna decisión importante sin visitar antes a su bruja de cabecera.