Tú te fuiste de mi lado sin saber que quedarías para siempre en las sombrías esmeraldas que me has dado. Un vacío que se llena con la sombra de tu olvido; en la tumba de mi pena el recuerdo es la cadena que sujeta lo vivido.
Sigo vivo en mi pasado y enterrado en tu presente; las cenizas en tu mente, mi cadáver profanado. Cementerio del invierno es tu adiós sin despedida; es la muerte de lo eterno en el alma del interno desahuciado de tu vida.
Moribundo por la ausencia de tu voz en el espejo; ya no tengo ni el reflejo que susurra tu presencia. Tu silueta en mi delirio va formando mi declive; hacia espinas de martirio va el perfume de tu lirio y el amor que ya no vive.
En tu olvido permanente, esqueleto de mi espuma; cada día más se esfuma mi esperanza de tu fuente. Por el limbo me aventuro, voy perdido, ciego y triste; sin tu mágico conjuro todo ha sido muy oscuro desde el día que te fuiste.