La Policía sudafricana tomó hoy, con el apoyo del Ejercito, uno de los epicentros de la violencia xenófoba que ha provocado siete muertos y miles de desplazados en el país austral, en una operación que llenó de soldados el centro de Johannesburgo.
Según pudo constatar EFE, decenas de policías fuertemente armados irrumpieron al filo de la pasada medianoche cubiertos por los militares en el inmenso albergue de trabajadores exclusivamente masculino y de mayoría zulú del barrio de Jeppestown, en el corazón de Johannesburgo.
Sus moradores habían provocado en los últimos días algunos de los peores ataques contra inmigrantes que ha vivido Sudáfrica desde marzo, además de haber cortado el tráfico, quemado coches y edificios y levantado barricadas en la calzada.
En el interior del complejo, de varios pisos, la Policía obligó a los residentes a echarse al suelo en los estrechos pasillos, de paredes desconchadas y sucias como el suelo y los dormitorios que los agentes inspeccionaban uno por uno.
Sin dejar de apuntarles con sus armas, los policías les hacían levantarse y responder de cualquier hallazgo sospechoso en sus cuartos.
Los habitantes de la residencia siguieron las órdenes de la Policía y no opusieron resistencia durante el registro.
Muchos de ellos fueron sorprendidos mientras dormían en las pequeñas y precarias habitaciones que comparten, y el asalto les pilló sin camiseta y en ropa interior.
La Policía detuvo a cuatro personas y requisó grandes cantidades de alcohol y marihuana y equipos de música, ordenadores, impresoras y otros bienes que podrían ser robados.
Además, durante el registro se tomaron huellas dactilares, para compararlas con las almacenadas en sus bases de datos.
Un helicóptero sobrevoló la zona durante la redada.
A medida que la Policía acababa de peinar los distintos edificios que conforman el albergue, los residentes se apostaban en las escaleras exteriores de hierro para seguir los aconteci