Cámara al Hombro - Migrar a Uruguay, el sueño y la realidad

  • hace 7 años
Se dice que Uruguay fue formado por inmigrantes, en su mayoría europeos, que llegaron en barcos en la primera mitad del siglo pasado.

A partir de los años 60, Uruguay se convirtió en país expulsor de migrantes, y durante décadas miles de ciudadanos dejaron el país por motivos políticos, económicos o sociales. Hoy, nuevamente los inmigrantes llegan al país en busca de nuevas oportunidades.

En los últimos años, Uruguay ha recibido una oleada de inmigrantes latinoamericanos que ya se hacen sentir en sus calles: se escuchan acentos diferentes, hay otros sabores y vestimentas llamativas. Una de las comunidades más antiguas y numerosas es la peruana. Zenobia vino a Uruguay por un año, pero lleva en el país más de 20.

La comunidad que más ha crecido en los últimos años es la de República Dominicana. Al principio, a Arnaldo le costó bastante adaptarse, pero hoy tiene un trabajo estable y está ahorrando dinero para montar su propio negocio.

Una de las grandes dificultades de los inmigrantes es acceder a una vivienda digna, pues no consiguen las garantías que les exigen para un alquiler.

Sin conocer la realidad de Uruguay, Arnaldo al principio vivió en estas pensiones truchas en las que compartió habitación con ocho desconocidos.

Pero no todos tienen la posibilidad de conseguir garantía para un alquiler. El edificio en el que vive Zenobia en un edificio ocupado no tiene agua corriente ni luz. Viven 23 familias, la mayoría peruanas, que comparten baños y pasillos ruinosos.

La legislación es muy clara en cuanto a los derechos de los trabajadores, y se ha anunciado que aumentarán los controles para evitar la explotación laboral.

Pese a que Uruguay se beneficia de la mano de obra y la diversidad que aportan los extranjeros, la discriminación y los abusos existen.

Uruguay tiene la oportunidad aprovechar la corriente migratoria que está recibiendo y convertirse en un referente en materia de reconocimiento de derechos, pero hace falta compromiso y voluntad política de hacerlo.

Hay muchos muros invisibles, como son las barreras legales o la burocracia, que lejos de desalentar a quienes buscan un mejor destino, lo que hacen es volverlos más vulnerables a la explotación y los abusos.

Eugenia Rodríguez para Cámara al Hombro, Montevideo.