Flores de Septiembre es ante todo un ejercicio de la memoria para reconstruir treinta años de historia nacional (1973-2002). Tal reconstrucción equivale a armar un rompecabezas: múltiples voces de diverso signo dan forma a la trama, pero algunos espacios son imposibles de llenar porque representan voces a las que se ha intentado imponer el silencio. La historia de un grupo de amigos se inserta en las relaciones que se establecen dentro de una institución educativa como consecuencia de la cambiante realidad que vive el país.
La Historia se percibe como una "creación colectiva" que implica reelaborar el pasado para comprender el presente y prefigurar el futuro. En esta línea, Flores de Septiembre nació como un ejercicio del taller de realización audiovisual de la Escuela Superior de Comercio "Carlos Pellegrini", establecimiento de enseñanza secundaria dependiente de la Universidad de Buenos Aires. Una cuidadosa investigación permitió reunir testimonios de integrantes de los diversos sectores que formaron o forman parte de esta comunidad educativa e incluso incorporar escenas de la película Azul y gris del ex-alumno Edgardo Tomasini, quien filmó a sus compañeros con una cámara de Super 8, en equilibrado contrapunto con los relatos. Tras dos años de trabajo, la película se estrenó en la sección "Lo nuevo de lo nuevo" del V Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires en 2003.
Alejandra, Juan Carlos, Mauricio y Rubén ingresaron en 1er Año, 4ta. División del Turno Noche en 1973. A las típicas características adolescentes unían la convicción de que una educación, un país y un mundo distintos eran posibles. Y querían ser protagonistas de ese cambio. Al promediar el segundo mes de clase, Argentina recuperó —¡una vez más!— la democracia. Y tanto en el colegio como en el país dejaron de imperar el gris y el azul como colores excluyentes, y la mayoría de la población decidió ejercer el derecho de pintar la vida con todos los tonos de la paleta.
Los chicos encontraron respuesta en la militancia política y perseveraron en ella con pasión durante varios años aun cuando los sectores de poder los considerasen "individuos con actitudes disociantes". Comenzó a imperar el miedo que alcanzaba a todo el mundo y no solamente al militante. No ajustarse al modelo —que era nuevamente azul y gris— significaba una sentencia de muerte. Juan Carlos, Mauricio y Rubén, como muchos otros compañeros, pagaron con su vida el deseo de un mundo más justo. Alejandra estuvo detenida-desaparecida durante seis meses antes de pasar a disposición del Poder Ejecutivo y ser liberada a fines de 1978. La ternura de su voz no logra ocultar el dolor: "A mí me faltan mis tres amigos de la adolescencia".
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