Hay un instante silencioso en el que te das cuenta de que has empezado a desaparecer dentro de una relación. No ocurre de forma abrupta, sino de manera progresiva, casi imperceptible. Un día cedes un poco, otro día callas lo que sientes y, sin notarlo, comienzas a vivir más pendiente de sostener al otro que de escucharte a ti. El amor mal entendido puede convertirse en un espacio donde te diluyes, y reconocerlo no es traición, es conciencia. Amar no debería implicar borrarte, ni convertir tu mundo interior en algo secundario.
Muchas personas aprenden a amar desde la entrega absoluta, creyendo que cuanto más se sacrifiquen, más valioso será el vínculo. Sin embargo, con el tiempo descubren que cuando te olvidas de ti para sostener a alguien, el amor se desequilibra. Empiezas a vivir en función de las necesidades ajenas, relegando las tuyas a un segundo plano. Ese desequilibrio no fortalece la relación, la debilita, porque nadie puede dar desde el vacío sin romperse por dentro.
El problema no es amar intensamente, sino amar sin límites. Cuando no estableces fronteras claras, permites que tu identidad se diluya en el vínculo. Perderte no es una prueba de amor, es una señal de desconexión contigo mismo. El amor sano no exige que renuncies a tus sueños, a tu voz ni a tu bienestar emocional. Al contrario, debería impulsarte a ser más tú, no menos.
Con frecuencia, el miedo a perder al otro empuja a descuidarte. Ese miedo se disfraza de compromiso, de paciencia infinita o de comprensión excesiva. El miedo nunca debería ser el motor de una relación. Cuando amas desde el temor, te adaptas en exceso, justificas actitudes que te hieren y normalizas dinámicas que te desgastan. El precio de ese miedo suele ser alto: tu autoestima y tu paz interior.
00:00Yo no voy a renunciar a mi amor propio por vos, porque si vos me dejas y yo me humillo, voy detrás de vos y te entrego mi amor propio, no solo perdí un amor, perdí dos.
00:13Perdí el amor de vos hacia mí y el amor de mí hacia mí.
00:16Entonces puedo darme el derecho, porque la vida lo dispuso así, de perder tu amor, pero no voy a perder el mío.
Sé la primera persona en añadir un comentario