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VALLE SALVAJE - CAPÍTULO FINAL: La muerte inesperada de un Salcedo CAMBIA TODO en la CASA GRANDE
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00:00de aceite que hacen brillar sus ventanas como si fuera un palacio encantado. Pero no se dejen
00:05engañar por esa belleza aparente, porque lo que está a punto de suceder entre esas paredes
00:10convertirá ese brillo en el resplandor de las llamas del infierno. José Luis Galvez de Aguirre,
00:15el duque quebrado, el patriarca destrozado que ha perdido a sus dos hijos varones,
00:20Julio y Gaspar, ha convocado una cena, pero no cualquier cena, una cena de reconciliación.
00:27Dice él, una cena donde todas las familias del valle, los Galvez, los Salcedo y los Miramar,
00:33se sentarán a la misma mesa como si los últimos años de traiciones, mentiras y muertes nunca
00:39hubieran sucedido. ¡Qué ironía más cruel! ¡Qué farsa más dolorosa! El duque camina por los pasillos de
00:46su casa con pasos pesados, como si cada pisada le recordara que esta tierra, estas paredes,
00:51este poder que tanto defendió, nunca fue realmente suyo. Su rostro está demacrado,
00:56sus ojos hundidos muestran el peso de una culpa que finalmente lo está devorando desde adentro.
01:01Ha perdido a Julio, envenenado por error, en un plan que debía matar a otros. Ha perdido a Gaspar,
01:07el hijo que nunca pudo reconocer públicamente, muerto heroicamente salvando a Pedrito. Y ahora,
01:13esta noche, está a punto de perder todo lo que le queda, su título, su honor, su legado.
01:20Victoria, su esposa que ya ni siquiera puede llamarse así, porque su primer marido Damaso,
01:24ha regresado de entre los muertos para invalidar ese matrimonio, lo observa desde las sombras del
01:29gran salón. Está vestida con un traje oscuro, elegante pero amenazante, como una viuda que se
01:35niega a aceptar que su reinado ha terminado. Sus ojos, esos ojos que han visto tantos crímenes y
01:41han planeado tantas tragedias, brillan con una mezcla de pánico y determinación. Porque Victoria
01:47Salcedo no es una mujer que se rinde, nunca lo ha sido. Y esta noche, aunque el mundo entero se
01:53desmorone a su alrededor, hará un último movimiento desesperado para no perder la corona que tanto le
01:58costó arrebatar. Los invitados comienzan a llegar. Adriana Salcedo entra a la casa grande con un
02:04sobre sellado guardado contra su pecho, como si fuera el tesoro más preciado del mundo. Es el
02:09sobre del juez. El sobre que contiene el destino de Luisa San Juan, su amiga más querida. La criada
02:15inocente que lleva días pudriéndose en una celda inmunda por un crimen que jamás cometió. Adriana no
02:20lo ha abierto todavía. No ha tenido el valor. Porque teme lo que pueda decir. Teme que la
02:25justicia, esa palabra que en Valle Salvaje siempre ha sido una burla cruel, vuelva a fallarles una vez
02:32más. Rafael Galvez de Aguirre camina a su lado, tomándola del brazo, con esa mezcla de protección
02:38y angustia que lo ha definido durante todo este tiempo. Es el hijo que heredará el título de su padre,
02:44el hombre que ama a la esposa de su hermano muerto, el padre secreto del hijo que todos creen que era de
02:50julio. Su vida entera es una mentira que ha aceptado por amor, por supervivencia, por la
02:55esperanza de construir algo mejor sobre las ruinas de esta familia maldita. Y entonces, en el umbral
03:00de la puerta principal, aparecen Matilde y Atanasio. Vienen de la mano, recién casados, con esa luz de la
03:06felicidad nueva brillando en sus rostros. Pero cuando Matilde cruza el umbral de la casa grande, se detiene
03:12en seco. Rafael nota cómo sus dedos se aferran con más fuerza a la mano de Atanasio, cómo sus ojos recorren
03:18las paredes del salón, como si estuviera memorizando cada detalle, cada sombra, cada rincón.
03:24¿Qué pasa, Matilde? Pregunta a Atanasio con preocupación, notando el cambio en su esposa.
03:29Matilde traga saliva. Sus ojos, normalmente tan llenos de vida y determinación, están vidriosos,
03:36perdidos en un presentimiento que no puede explicar con palabras. No lo sé, susurra con voz temblorosa.
03:41Es solo que, siento un frío en el alma, como si esta casa estuviera despidiéndose de alguien,
03:48como si supiera que algo terrible está por suceder. Atanasio la abraza, tratando de transmitirle calor
03:53y seguridad. Son solo nervios, mi amor. Es tu primera cena oficial como mi esposa en la casa grande. Es
04:00normal que te sientas abrumada. Pero Matilde niega con la cabeza, y una lágrima solitaria rueda por su
04:06mejilla. No, Atanasio. No son nervios, es algo más. Es como si la casa misma me estuviera
04:12advirtiendo. Como si me estuviera diciendo que esta será la última vez que algunos de nosotros
04:16crucemos esta puerta. Mercedes de la Vega, la duquesa de Miramar, observa esta escena desde el
04:22otro lado del salón. Está acompañada por Damaso, el fantasma viviente que regresó para destruir el
04:27matrimonio de Victoria y José Luis. Mercedes luce imponente, triunfante, como la mujer que ganó la
04:33guerra económica y social del valle. Pero incluso ella, con toda su astucia y su poder recién adquirido,
04:40siente un escalofrío bajando por su espina dorsal, cuando ve la expresión en el rostro de Matilde. Y
04:45entonces, sube la escalera principal hacia los pisos superior, sola, silenciosa, con pasos que parecen
04:51flotar sobre la alfombra roja. Es Bárbara Salcedo de la Cruz, la hermana menor de Adriana, la mujer cuyo
04:58corazón ha sido roto y reconstruido, y vuelto a romper tantas veces, que ya parece un mosaico de
05:04cicatrices invisibles. Bárbara camina por el pasillo del segundo piso, como una sonámbula. Sus dedos
05:10rozan las paredes, tocan los marcos de las puertas, acarician las cortinas de terciopelo. Llega a la que
05:15fue su habitación, cuando los Salcedo vivían en esta casa, cuando todavía eran huéspedes y no enemigos,
05:21cuando el mundo parecía lleno de posibilidades, en lugar de estar saturado de dolor. Abre la puerta
05:27despacio. La habitación está vacía, preparada para algún invitado que nunca llegó. La cama está hecha
05:32con sábanas blancas inmaculadas. Los muebles brillan con la cera recién aplicada. Todo está perfecto,
05:38ordenado, como si el tiempo no hubiera pasado. Como si Bárbara todavía fuera esa chica que soñaba
05:44con Leonardo de Guzmán, que creía en el amor verdadero, que pensaba que la justicia existía y
05:50que el bien siempre triunfaba sobre el mal. Se acerca a la ventana y mira hacia el valle. La luna llena
05:56ilumina las montañas distantes, los campos que ahora pertenecen legalmente a su hermano Pedrito,
06:02aunque nadie más que unos pocos lo saben. El paisaje es hermoso, casi irreal en su perfección,
06:07pero Bárbara no puede apreciarlo, porque en su corazón sabe algo que no puede explicar,
06:13algo que le hiela la sangre y le roba el aliento. Esta será la última vez, susurra hacia la ventana,
06:18su voz apenas audible. La última vez que pise este lugar. La última vez que vea este valle desde esta
06:25altura. La última vez, se le quiebra la voz. Una lágrima rueda por su mejilla, seguida de otra,
06:31y otra más. No sabe por qué está llorando. No entiende este presentimiento devastador que la
06:37consume, pero algo en lo más profundo de su alma le está gritando, que esta noche todo cambiará. Que
06:42después de esta cena, nada volverá a ser igual. Que alguien, alguien cercano, alguien amado, no verá el
06:50amanecer. Abajo, en el gran salón, los invitados se van reuniendo. Francisco, el mayordomo nervioso que
06:56siempre trata de hacer todo perfecto, corre de un lado a otro, asegurándose de que las copas estén
07:02llenas, de que los platos estén colocados correctamente, de que cada detalle sea impecable.
07:07Eva, su madre, lo regaña constantemente, critica cada movimiento que hace, pero Francisco apenas la
07:13escucha. Está demasiado concentrado en una sola persona. Pepa, la hermana de Luisa, la chica que le robó
07:19el corazón con su dulzura y su fuerza. Pepa está en un rincón del salón, con los ojos rojos de tanto
07:25llorar. Su hermana Luisa está en prisión, acusada de un robo que no cometió, víctima de una conspiración
07:32orquestada por el propio José Luis. Y aunque Adriana le ha prometido que todo se resolverá, que la justicia
07:38finalmente triunfará, Pepa no puede evitar el terror que la consume cada vez que piensa en su hermana sola,
07:44fría, asustada, en esa celda horrible. Irene Galvez, de Aguirre, entra al salón con un vestido sobrio
07:50de color gris oscuro. Su belleza natural está opacada por la tristeza que carga en sus ojos. Viene
07:56resignada, convencida de que su destino está sellado, de que el matrimonio con Leonardo de Guzmán será su
08:02salvación, su última oportunidad de tener un lugar en este mundo cruel. Pero cuando sus ojos se cruzan con
08:09los de Bárbara, que ha bajado de su antigua habitación, algo se rompe dentro de ella. Porque
08:15Irene sabe la verdad. Sabe que Leonardo nunca la amó a ella. Sabe que el hombre que está a punto de
08:21convertirse en su esposo está perdidamente enamorado de su mejor amiga. Sabe que este matrimonio es una
08:27farsa, una mentira, una condena para los tres. Pero, ¿qué otra opción tiene? ¿Dónde más puede ir una
08:34mujer repudiada? ¿Una hija de un duque caído en desgracia? Leonardo llega poco después, con su
08:39padre don Hernando a su lado. El joven tiene el rostro de un hombre que camina hacia su propia
08:44ejecución. Sus ojos buscan a Bárbara en el salón, y cuando finalmente la encuentra, algo en su expresión
08:51se quiebra. Porque Bárbara está hermosa esta noche. Devastadoramente hermosa, con ese vestido azul
08:57oscuro que hace brillar sus ojos como estrellas en medio de la tormenta. Y Leonardo sabe, con una certeza que
09:03le duele hasta los huesos, que esta será la última vez que la vea así. La última vez que estén en la
09:08misma habitación, antes de que él se case con Irene, y destruya cualquier posibilidad de futuro, que
09:14pudieran haber tenido juntos. Alejo Galvez de Aguirre es el último en llegar. Viene solo, con el corazón
09:20destrozado porque no le permitieron llevar a Luisa. Porque su amor sigue prisionera. Porque cada segundo
09:26que pasa es un segundo más de injusticia. Se sienta en silencio en una de las sillas, con la mandíbula
09:32apretada, con los puños cerrados sobre sus rodillas. Su padre José Luis lo mira desde el otro lado del
09:38salón, y por un momento, sus ojos se encuentran. Hay tantas cosas no dichas en esa mirada. Tanto
09:44arrepentimiento. Tanto dolor. Tanta culpa. Y entonces, José Luis se pone de pie. Levanta su copa de vino con
09:51mano temblorosa, y mira alrededor del salón, observando a todas estas personas que alguna vez
09:57estuvieron bajo su control. Que alguna vez lo respetaron. Que alguna vez lo temieron. Ahora,
10:02solo ve lástima en sus ojos. Lástima y desprecio. Familia. Comienza con voz ronca. Amigos, hermanos,
10:10los he convocado esta noche, porque creo que es hora de que dejemos atrás nuestras diferencias.
10:15Hemos sufrido demasiado. Hemos perdido demasiado. Y si seguimos por este camino de venganza y odio,
10:21no quedará nada de nosotros. Solo cenizas. Victoria lo observa desde su lugar en la mesa
10:26con una sonrisa fría. Calculadora. Porque ella sabe lo que José Luis no sabe. Ella sabe que esta
10:33noche, estas palabras bonitas sobre reconciliación y paz, serán las últimas que pronuncie como el
10:39duque de Valle Salvaje. Porque el secreto que ha guardado durante años, el secreto sobre la verdadera
10:45propiedad del valle, está a punto de salir a la luz. Y cuando eso suceda, todo el poder de José Luis
10:50se evaporará como agua bajo el sol del mediodía. El último golpe desesperado de Victoria para no
10:57perder la corona. Mientras los invitados comienzan a tomar sus asientos alrededor de la gran mesa del
11:02comedor, Victoria Salcedo se escabulle silenciosamente del salón. Sus pasos son rápidos, casi frenéticos,
11:09mientras recorre los pasillos oscuros de la casa grande. Su corazón late con tanta fuerza que puede
11:15escucharlo retumbando en sus oídos. Porque Victoria acaba de escuchar algo. Algo que la ha llenado
11:20de un terror que nunca antes había experimentado. Minutos antes, mientras todos se reunían en el
11:26salón, Victoria había notado que Mercedes de la Vega y Damaso se habían alejado hacia uno de los
11:31pasillos laterales. Su instinto, ese instinto depredador que la ha mantenido con vida y con poder
11:37durante todos estos años, le dijo que lo siguiera. Y lo que escuchó, la dejó helada hasta la médula.
11:43Escondida detrás de una puerta entreabierta, Victoria escuchó a Mercedes susurrarle a Damaso sobre los
11:49documentos. Esos malditos documentos que Atanasio había descubierto en los archivos de José Luis.
11:55Los documentos que probaban, sin lugar a dudas, que Valle Salvaje, todas sus tierras, todas sus
12:00propiedades, la casa grande misma, no pertenecían a los Galvez de Aguirre. Pertenecían a los Salcedo.
12:06Más específicamente, pertenecían al pequeño Pedrito Salcedo de la Cruz. El niño que Victoria había
12:12intentado asesinar múltiples veces cuando apenas era un bebé indefenso. Damaso. Había dicho Mercedes con voz
12:18baja pero firme. Esta noche será perfecta. Atanasio tiene los documentos originales listos.
12:25Los va a presentar durante la cena. Delante de todos los invitados, José Luis será desenmascarado
12:31como el usurpador que siempre ha sido. Y Pedrito será reconocido como el verdadero señor de Valle
12:36Salvaje. ¿Estás segura de que es el momento adecuado? Había preguntado Damaso con cautela.
12:42Victoria es peligrosa cuando está acorralada. Podría hacer cualquier cosa. Precisamente por eso debe
12:48ser esta noche. Había respondido Mercedes. Con todos aquí. Con testigos de la nobleza. No podrá
12:54escapar. No podrá manipular la verdad. Quedará expuesta. Desenmascarada. Destruida. Victoria se
13:00había alejado de esa puerta sin hacer ruido. Con la respiración agitada y las manos temblando. Se había
13:05dado cuenta en ese momento de que ya no controlaba nada. No controlaba a Atanasio, que había descubierto
13:11su verdadera identidad. Y ahora trabajaba activamente contra ella. No controlaba a José Luis, que estaba tan
13:17quebrado por la pérdida de sus hijos, que apenas podía pensar con claridad. No controlaba a Mercedes,
13:23que había ganado la guerra económica. Y ahora estaba a punto de dar el golpe final. No controlaba
13:28el Valle, que durante tanto tiempo había considerado suyo por derecho. Y ahora, mientras camina
13:33apresuradamente por los pasillos oscuros de la Casa Grande, Victoria siente algo que no había sentido
13:38en años. Pánico puro. No el pánico calculado que puede controlar y usar a su favor. No el miedo
13:44estratégico que la hace más peligrosa. Sino terror verdadero. Terror de perderlo todo. Terror de que
13:50su reinado termine no con un susurro sino con un grito público de condena. Sus ojos. Esos ojos que
13:56alguna vez fueron fríos y calculadores, ahora están inyectados de sangre. Casi salvajes. Se muerde el
14:02labio inferior hasta hacerse sangre. Sus manos se abren y cierran convulsivamente. Y entonces, en ese
14:08pasillo oscuro, lejos de los ojos de todos, Victoria Salcedo toma una decisión. La decisión más
14:14desesperada. Más terrible. Más irreversible de su vida. Si no puede tener Valle salvaje, entonces,
14:21nadie lo tendrá. Si Mercedes y Adriana creen que pueden arrebatarle su corona, entonces,
14:26descubrirán que Victoria Salcedo prefiere verlo todo arder antes que entregarlo voluntariamente.
14:31Porque una reina nunca abdica. Una reina muere con su corona puesta. Aunque tenga que arrastrarse
14:37sobre las cenizas de su propio reino. Victoria recorre los pasillos hasta llegar a una puerta
14:42trasera. Una entrada de servicio que los criados usan para no molestar a los nobles con su presencia.
14:48Ahí, esperando en las sombras como ella le había ordenado, está Tomás. El ladrón. El hombre que
14:54utilizó para incriminar a Luisa. El peón perfecto para su último movimiento en este juego mortal. Tomás se
15:00sobresalta cuando Victoria aparece. Su rostro está pálido, asustado. Porque este hombre, que ha robado,
15:06que ha mentido, que ha arruinado vidas por dinero, nunca había visto a Victoria así. Nunca la había
15:12visto con esta expresión de locura apenas contenida. Nunca había visto sus ojos brillar con este fuego
15:17oscuro que parece consumirla desde adentro. Doña Victoria. Balbucea Tomás, retrocediendo un paso.
15:22Yo, yo pensé que ya habíamos terminado. Pensé que después de lo de Luisa. ¡Cállate! Si sea Victoria
15:29agarrándolo del brazo con una fuerza sorprendente. Sus uñas se clavan en la tela de su chaqueta.
15:35Escúchame con mucha atención porque solo lo diré una vez. Vas a hacer exactamente lo que te digo,
15:40cuando te lo digo. O te juro por todo lo que es sagrado, que te entregaré a la Santa Hermandad,
15:45esta misma noche. Tomás traga saliva. ¿Qué quiere que haga? Victoria se acerca más. Tanto que Tomás puede
15:52sentir su aliento en su rostro. Vas a provocar un pequeño accidente. Un fuego. Nada demasiado grande al
15:58principio. Solo lo suficiente para crear caos durante la cena. Para que todos tengan que evacuar. Para que
16:04en medio de la confusión, yo pueda desaparecer ciertos documentos. ¿Un fuego? Repite Tomás con
16:10horror. ¿Está loca? Hay gente ahí dentro. ¿Podrían morir? He dicho que será controlado. Grita Victoria,
16:17pero luego baja la voz al darse cuenta de que podría ser escuchada. Solo necesito una distracción. 15 minutos
16:23de caos. Eso es todo. Provocarás el fuego en las cocinas, en un lugar donde se pueda apagar fácilmente.
16:29Pero en esos minutos de pánico, mientras todos corren y gritan, yo entraré al despacho de José Luis y
16:35destruiré esos malditos documentos. No sé. Disto más dudando. Victoria saca una bolsa pesada de entre
16:42los pliegues de su vestido. El sonido inconfundible de monedas de oro tintineando llena el silencio. Esto es
16:48el triple de lo que te pagué por lo de Luisa. Es suficiente para que desaparezcas de valle salvaje
16:53y empieces una nueva vida en cualquier parte. Es suficiente para que nunca más tengas que robar.
16:58Pero solo si haces exactamente lo que te digo. Ahora, Tomás mira la bolsa, luego mira a Victoria,
17:04y en sus ojos ve una locura tan profunda, tan absoluta, que comprende que si se niega,
17:09ella lo matará con sus propias manos. Esta no es la mujer calculadora que lo contrató antes.
17:14Esta es una bestia acorralada, dispuesta a cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa,
17:20para sobrevivir. Está bien, susurra tomando la bolsa con manos temblorosas. Haré lo que dice.
17:26Pero después de esto, no quiero volver a verla nunca más. Créeme, dice Victoria con una sonrisa
17:31fría. Después de esta noche, el sentimiento será mutuo. Tomás se aleja hacia las cocinas,
17:37su corazón latiendo con tanta fuerza que cree que le va a explotar el pecho. Mientras tanto,
17:41Victoria regresa al salón principal, componiendo su rostro en una máscara de calma aristocrática.
17:47Nadie podría imaginar, viéndola caminar con esa gracia estudiada, que acaba de condenar a todos
17:52en esa casa a un peligro mortal. Porque lo que Victoria no sabe, lo que Tomás no sabe,
17:58es que un fuego en una casa antigua como la Casa Grande, construida con maderas de siglos de
18:03antigüedad y decorada con cortinas de tela pesada, nunca puede ser controlado. Un fuego así,
18:09no es una distracción. Es un monstruo hambriento que devorará todo a su paso. Es una sentencia de
18:15muerte. Y Victoria Salcedo, en su desesperación por salvar su corona, acaba de firmar esa sentencia.
18:22No solo para los documentos que quiere destruir, sino para alguien mucho más precioso. Alguien
18:27inocente. Alguien que merece vivir más que cualquier persona en ese maldito valle.
18:31Atanasio rompe el silencio y destruye el legado. Galvez, frente a todos los invitados,
18:38están ya sentados alrededor de la mesa del gran comedor. La mesa está decorada con un lujo que
18:43parece obsceno, dadas las circunstancias, con candelabros de plata, vajilla de porcelana fina,
18:49copas de cristal que reflejan la luz de las velas, creando destellos dorados por todo el salón.
18:55José Luis ocupa la cabecera de la mesa, con Victoria a su derecha. Aunque esa posición de esposa le
19:00pertenece solo de nombre, ahora que Damaso ha regresado. A su izquierda está Rafael, su heredero
19:05reconocido. Más abajo están Adriana, Mercedes, Damaso, Alejo, Irene, Leonardo, Bárbara, Matilde y
19:13Atanasio. La tensión en el aire es tan espesa que se podría cortar con un cuchillo. Nadie habla.
19:19El sonido de los cubiertos contra los platos es el único ruido que rompe el silencio incómodo.
19:24Todos saben que algo está por suceder. Todos pueden sentirlo. Es como la calma antes de una
19:30tormenta devastadora. Y entonces, antes de que los primeros platos sean servidos,
19:35Atanasio se levanta de su asiento. El sonido de su silla, raspando contra el suelo de mármol,
19:40hace que todos los ojos se giren hacia él. José Luis lo mira con el seño fruncido,
19:45claramente molesto por esta interrupción de la etiqueta.
19:48Atanasio, dice José Luis con voz cansada. ¿Se puede saber qué haces? Siéntate. Todavía no hemos
19:54brindado. No puedo sentarme, don José Luis, responde Atanasio con voz firme. Su rostro está pálido,
20:00pero decidido. Sus manos tiemblan ligeramente mientras coloca sobre la mesa un folder de
20:04cuero antiguo, manchado por el tiempo. No puedo sentarme y fingir que todo está bien cuando sé
20:09la verdad. Cuando he guardado esta verdad durante demasiado tiempo por cobardía, por lealtad mal
20:14entendida, por miedo. Mercedes y Damaso intercambian miradas. Adriana se inclina hacia adelante en su
20:20silla, con el corazón acelerado. Victoria se pone rígida, sus dedos aferrándose al borde de la mesa
20:26con tanta fuerza, que sus nudillos se ponen blancos. ¿De qué estás hablando? Pregunta José Luis. Pero
20:32hay algo en su voz. Un tono de preocupación. Porque él también reconoce ese folder. Es de su despacho
20:37privado. De los archivos, que solo él debería tener acceso. Estoy hablando de la mentira más grande que
20:43se ha contado en Valle Salvaje, dice Atanasio. Y ahora su voz es más fuerte, más segura. Estoy hablando
20:49del secreto que ha definido cada decisión, cada conspiración, cada tragedia de los últimos años.
20:55Estoy hablando de a quién realmente pertenece esta tierra. Rafael se pone de pie también.
21:00¿Atanasio? ¿Qué estás diciendo? Atanasio abre el folder con manos que ya no tiemblan. Saca de él
21:06varios documentos amarillentos por el tiempo, con sellos oficiales de la corona española. Los
21:10extiende sobre la mesa para que todos puedan verlos. Estos documentos, comienza Atanasio,
21:15son los registros originales de propiedad de Valle Salvaje. Los descubrí hace meses mientras
21:21organizaba los archivos privados de don José Luis. Al principio no entendía lo que estaba viendo. Pero
21:26luego, cuando los leí con cuidado, cuando verifiqué cada línea, cada cláusula, cada firma, comprendí la
21:33magnitud de lo que había encontrado. ¡Basta! Grita Victoria poniéndose de pie. Esto es inapropiado.
21:39Estamos en medio de una cena. Siéntate ahora mismo. No, Victoria. Dice Mercedes poniéndose de pie
21:45también. Déjalo hablar. Creo que todos merecemos escuchar lo que tiene que decir. José Luis permanece
21:50sentado, pero su rostro ha perdido todo el color. Porque él sabe. Él sabe exactamente lo que esos
21:56documentos dicen. Él los ha guardado en secreto, enterrados en lo más profundo de sus archivos,
22:02con la esperanza de que nunca salieran a la luz. Atanasio comienza a leer, su voz resonando clara y
22:07fuerte por todo el comedor. Por decreto de su majestad, el rey Carlos III de España, en el año
22:13de Nuestro Señor de 1761, se transfiere la totalidad de la propiedad conocida como Valle
22:19Salvaje, incluyendo todas sus tierras, edificaciones y derechos asociados, a don Evaristo Salcedo de la
22:26Cruz, como pago y liquidación total de la deuda contraída por don José Luis Galvez de Aguirre.
22:31Un silencio absoluto, cae sobre el salón. Es como si el mundo mismo hubiera dejado de
22:36respirar. Adriana se lleva una mano a la boca, con los ojos muy abiertos. Bárbara se aferra al
22:42brazo de su silla. Alejo mira a su padre con una expresión de shock absoluto. Sigue leyendo,
22:47ordena Mercedes con voz de acero. Atanasio asiente. La transferencia se hace bajo las siguientes
22:52condiciones. Don José Luis Galvez de Aguirre y su familia podrán continuar residiendo en la
22:57propiedad como inquilino, bajo la administración de don Evaristo Salcedo de la Cruz y sus herederos
23:03legales. En el evento de la muerte de don Evaristo, la propiedad pasará a su heredero varón legítimo.
23:09Pedrito, susurra Adriana. Pedrito es el dueño de Valle Salvaje. Mentiras, grita José Luis poniéndose
23:15de pie de un salto. Esos documentos son falsificaciones. Inventos. Atanasio está confabulado con los
23:21Salcedo para destruirme. No son falsificaciones, dice Damaso con calma. Yo mismo verifiqué estos
23:27documentos con los registros oficiales de la corona en Madrid. Son auténticos. Llevan el
23:32sello real. Están firmados por testigos de la nobleza. Son tan legales como el sol que sale
23:37cada mañana. Rafael mira a su padre con una mezcla de horror y comprensión. Padre, ¿es verdad? ¿Todo
23:43este tiempo has sabido que no eres el dueño de Valle Salvaje? José Luis no responde. No puede
23:48responder. Porque la verdad está ahí, expuesta sobre la mesa. Imposible de negar. Imposible de
23:55esconder. Ahora todo tiene sentido. Exclama Alejo con voz quebrada. Por eso intentaste matar a Pedrito.
24:02Por eso estabas tan desesperado por deshacerte de él. No era solo por la dote de Adriana. Era porque
24:07sabías que mientras Pedrito viviera, él era el verdadero dueño de todo esto. Victoria da un paso
24:13hacia atrás, su rostro contorsionado en una máscara de rabia y pánico. Esto es una conspiración. Todos
24:19ustedes se han unido contra nosotros. Contra la casa que nos dio refugio. Que los alimentó. Que
24:25los protegió. ¿Protegió? Repite Adriana poniéndose de pie. Y ahora hay fuego en sus ojos. ¿Llamas
24:31protección a intentar asesinar a mi hermano pequeño? ¿A envenenar a Pilara? ¿A conspirar
24:36contra mi familia desde el momento en que pusimos un pie en este valle? Mercedes camina hasta donde
24:41está Atanasio y toma uno de los documentos. Lo lee en voz alta para que nadie pueda negar lo que dice.
24:46En caso de que don Evaristo Salcedo de la Cruz fallezca sin haber designado otro administrador,
24:53la propiedad será administrada en fideicomiso para su heredero varón. Hasta que este alcance
24:58la mayoría de edad a los 18 años. Pedrito tiene 11 años, dice Adriana con voz firme. Lo que
25:05significa que durante los próximos 7 años, alguien tiene que administrar esta propiedad en su nombre.
25:10Alguien que no sea un usurpador. Alguien que no sea un asesino. José Luis se desploma en su silla
25:16como si lo hubieran golpeado físicamente. No. Susurra. No. Esto no puede estar pasando. No así.
25:23No delante de todos. ¿Preferirías que lo hubiéramos hecho en privado? Pregunta Mercedes
25:27con frialdad. ¿Para que pudieras manipular la verdad como siempre lo haces? ¿Para que pudieras
25:32amenazar, chantajear, mentir hasta convertirlo blanco en negro? No, José Luis. Esta verdad tiene
25:39que ser pública. Tiene que ser conocida por todos los que están aquí. Porque solo así no podrás enterrarla
25:44de nuevo. Y Victoria mira alrededor de la mesa, viendo cómo todos la observan con expresiones que
25:50van desde la lástima hasta el desprecio absoluto. Y en ese momento, algo se rompe dentro de ella.
25:55Algo fundamental que la mantenía anclada a la realidad. Prefiero ver esta casa arder que verla
26:00en manos de ese niño. Grita con una voz que parece salir de lo más profundo del infierno. Prefiero que
26:05todo se convierta en cenizas antes de que los salcedos se sienten en el trono que yo construí con mi
26:11sangre y mi sufrimiento. Es en ese preciso momento cuando el olor a humo comienza a filtrarse en el
26:17comedor. Al principio es sutil, apenas perceptible, pero luego se vuelve más fuerte, más acre. Los
26:24invitados comienzan a olfatear el aire, mirándose unos a otros con preocupación creciente. Y entonces,
26:30desde las cocinas, llega el primer grito. ¡Fuego! ¡Hay fuego en las cocinas! La lectura pública que humilla
26:37al duque y rompe la casa grande. El caos explota en el comedor, como una bomba. Todos se ponen de
26:43pie al mismo tiempo. Las sillas cayendo hacia atrás. Las copas derramándose sobre el mantel
26:48blanco. El olor a humo se vuelve más intenso, más sofocante. Desde las cocinas, pueden escucharse
26:54gritos de pánico. El ruido de ollas y sartenes cayendo. El crujido ominoso de las llamas, devorando
27:01la madera antigua. Pero antes de que alguien pueda moverse hacia las salidas, Adriana hace algo
27:06inesperado. Toma los documentos de la mesa y los levanta en alto, como si fueran una espada de
27:11justicia flamígera. ¡No! grita con voz que corta a través del pánico. ¡No nos moveremos hasta que
27:18todos los presentes hayan visto esto! ¡Hasta que todos sepan la verdad! Adriana, ¡estás loca! grita
27:25Rafael tratando de tomarla del brazo. ¡Hay un incendio! ¡Tenemos que evacuar! ¡Un minuto!
27:31insiste Adriana resistiéndose. Solo necesito un minuto para que esto quede registrado en la
27:36memoria de todos los que están aquí. Mercedes entiende inmediatamente lo que Adriana está
27:41haciendo. Si abandonan el comedor ahora, en medio del caos y el humo, Victoria encontrará la manera de
27:47destruir estos documentos. Encontrará la manera de hacer que esta verdad desaparezca como ha hecho
27:52desaparecer tantas otras verdades antes. ¡Atanasio! grita Mercedes. Lee la cláusula final, la que
27:59nombra específicamente a Pedrito. Atanasio, con los ojos llorosos por el humo que ya está entrando al
28:05comedor, toma el documento principal y lee a gritos, para que su voz se escuche por encima del crepitar
28:10de las llamas que se acercan. Por la presente, en el año de Nuestro Señor de 1763, tras el fallecimiento
28:17de Don Evaristo Salcedo de la Cruz, se confirma que la totalidad de la propiedad conocida como
28:22Valle Salvaje, con todas sus tierras, edificaciones y derechos asociados, pertenece legal y absolutamente
28:29a Don Pedro Salcedo de la Cruz, hijo legítimo del difunto, siendo éste el único y verdadero
28:35señor de Valle Salvaje, hasta su muerte, o hasta que él designe otro heredero. Los invitados escuchan
28:42estas palabras con expresiones de shock absoluto. Algunos de ellos son nobles de provincias vecinas,
28:48testigos que José Luis había invitado para dar legitimidad a su cena de reconciliación. Ahora
28:54están presenciando su humillación más completa. José Luis está de pie junto a la mesa, con el rostro
29:00rojo de vergüenza y rabia. Sus manos tiemblan, su respiración es agitada. Ha pasado toda su vida
29:06construyendo el mito del duque de Valle Salvaje, del señor absoluto de estas tierras. Ha matado para
29:11proteger ese título. Ha destruido vidas para mantener esa ficción. Y ahora, delante de todos
29:17estos testigos, la verdad lo desnuda mostrando que no es más que un inquilino viviendo en tierra
29:22ajena. ¡Esto es una farsa! Grita finalmente, su voz quebrándose. ¡Una conspiración! Atanasio ha
29:29falsificado estos documentos. Los Salcedo lo han sobornado. ¿De verdad? Pregunta Damaso acercándose a
29:35José Luis con pasos lentos y deliberados. ¿De verdad crees que todos aquí somos tan estúpidos como para no
29:41reconocer documentos legítimos cuando los vemos? Estos papeles tienen décadas de antigüedad. Tienen
29:46el sello de la corona. Tienen firmas de testigos que pueden ser verificadas. ¡No me importa! Grita
29:52Victoria. Y ahora, las lágrimas corren por su rostro. Pero no son lágrimas de tristeza, sino de
29:58furia impotente. No me importa lo que digan esos papeles. Esta tierra es mía. La he ganado con mi sangre.
30:05La he defendido. La he protegido. La has robado. Corrige Mercedes con frialdad. Igual que robaste la
30:12vida de mi hermana Pilara. Igual que intentaste robar la vida de Pedrito. Eres una ladrona,
30:17Victoria. Una asesina y una ladrona. Y ahora todos lo saben. El humo en el comedor se está
30:23volviendo insoportable. Las llamas han comenzado a subir por las paredes de la cocina adyacente,
30:28alimentándose de las cortinas y la madera vieja. El crepitar del fuego es ahora un rugido aterrador.
30:34Desde el pasillo, Pepa y Francisco irrumpen gritando que tienen que evacuar inmediatamente,
30:39que toda la parte trasera de la casa está en llamas. ¡Tenemos que salir! Grita Rafael tomando
30:44a Adriana por la cintura. ¡Ahora! Los invitados comienzan a correr hacia las salidas, empujándose
30:50unos a otros en su pánico por escapar. El humo negro y espeso se arremolina por el salón,
30:55haciendo casi imposible ver. Las llamas ya están lamiendo el marco de la puerta que da a las
31:00cocinas. Lenguas naranjas y rojas que parecen tener vida propia. Pero en medio de todo este caos,
31:06hay una persona que no se mueve. José Luis permanece de pie junto a la mesa, observando
31:12cómo su mundo se desmorona a su alrededor. Observando cómo las llamas consumen la casa que
31:17creyó que era suya. Observando cómo los documentos que Adriana todavía sostiene en alto, brillan a la
31:23luz del fuego, proclamando su humillación para la eternidad. Todo ha sido mentira. Susurra para
31:29sí mismo, aunque nadie puede escucharlo sobre el ruido del incendio. Mi título, mi poder, mi legado,
31:36todo mentira. Rafael regresa corriendo y lo agarra del brazo. ¡Padre, tenemos que salir! La casa se está
31:42derrumbando. José Luis lo mira con ojos vacíos. ¿Para qué? ¿Para salir a qué? Ya no soy nadie,
31:48Rafael. Soy un hombre sin título, sin honor, sin nada. ¡Eres mi padre! Grita Rafael, y hay lágrimas
31:54en sus ojos. Y no voy a dejarte morir aquí. ¡Ahora muévete! Entre Rafael y Alejo, que también ha
32:01regresado, logran arrastrar a José Luis fuera del comedor. Victoria lo sigue, pero se detiene en el
32:06umbral de la puerta. Mira hacia atrás, hacia las llamas que ya están consumiendo todo, hacia el salón
32:12donde reinó durante tanto tiempo. Y en sus ojos hay algo aterrador. No hay arrepentimiento. No hay
32:19tristeza. Solo hay una locura fría y calculadora. Porque Victoria sabe quién causó este incendio.
32:25Ella misma lo ordenó. Y mientras ve cómo el fuego destruye lo que no pudo conservar,
32:29siente una satisfacción oscura. Si ella no puede tener valle salvaje, entonces que las llamas se lo
32:35lleven. Que todo arda. Que todo se convierta en cenizas. El incendio en la casa grande. Y el momento
32:42exacto en que todo se rompe en las cocinas de la casa grande, donde todo comenzó, Tomás observa con
32:48horror lo que ha desencadenado. Había seguido las instrucciones de Victoria al pie de la letra.
32:54Había volcado aceite en el suelo cerca de las estufas. Había dejado caer accidentalmente una
33:00lámpara de aceite. Había esperado que las llamas se mantuvieran contenidas, controladas, como Victoria le
33:05había prometido. Pero no fue así. Las llamas se extendieron más rápido de lo que jamás imaginó. El aceite,
33:11creó un río de fuego que corrió por el suelo de madera antigua, que estaba seca como yesca después
33:17de décadas, sin mantenimiento adecuado. Las llamas subieron por las cortinas con una velocidad aterradora.
33:23En cuestión de segundos, las cocinas se convirtieron en un infierno. Tomás había tratado de apagar el
33:29fuego al principio. Había tirado agua. Había usado mantas. Había gritado pidiendo ayuda. Pero fue inútil.
33:35El fuego tenía vida propia ahora. Era un monstruo hambriento que devoraba todo a su paso,
33:41alimentándose de siglos de maderas nobles, de tapices antiguos, de muebles carcomidos por el
33:46tiempo. Y ahora, mientras escucha los gritos de pánico que vienen del comedor, mientras ve cómo
33:51las llamas comienzan a subir por las escaleras interiores, Tomás comprende la magnitud de lo que
33:56ha hecho. No provocó una distracción. Provocó una catástrofe. Y si alguien muere en este incendio,
34:02si alguien queda atrapado entre las llamas, su sangre estará en sus manos. Dios mío. Grita
34:08corriendo hacia el pasillo. Todos tienen que salir. La casa entera está ardiendo. Pero en el caos,
34:14su voz se pierde. Los invitados corren en todas direcciones. Algunos hacia la salida principal,
34:20otros hacia las puertas laterales. El humo negro y espeso hace casi imposible ver. Las llamas ya
34:26están bloqueando algunas de las escaleras, creando barreras infranqueables de fuego y calor. Francisco y
34:31Pepa están ayudando a los invitados mayores a evacuar cuando se dan cuenta de algo aterrador.
34:36¿Dónde está Pedrito? Grita Pepa agarrando a Francisco del brazo. ¡No he visto a Pedrito!
34:42Francisco mira alrededor desesperadamente, tratando de localizar al niño entre el humo y el caos. Debe
34:48haber salido con su hermana. Adriana no lo dejaría atrás. Pero en la entrada principal, cuando Adriana es
34:54finalmente empujada fuera de la casa por Rafael, se da cuenta con horror de que su hermano pequeño no está
34:59a su lado. ¡Pedrito! Grita volteándose hacia la casa. ¡Pedrito no está aquí! ¡Rafael! ¡Pedrito no
35:05está aquí! El pánico absoluto se apodera de Adriana. Trata de correr de vuelta hacia la casa en
35:11llamas, pero Rafael la agarra con fuerza. ¡Suéltame! Grita luchando contra él. ¡Mi hermano está ahí
35:17dentro! ¡Pedrito está en la casa! ¡Yo iré por él! Grita Rafael. ¡Tú quédate aquí! No puedo perderte a
35:24ti también. Pero antes de que Rafael pueda moverse, alguien más emerge corriendo de entre la sombra. Es
35:30Alejo, con el rostro manchado de hollín y los ojos rojos por el humo. ¡Lo vi! Grita. ¡Vi a Pedrito!
35:37Subió corriendo las escaleras. Creo que fue a buscar a alguien. ¡Bárbara! Grita Adriana con un horror que
35:44le hiela la sangre. ¡Fue a buscar a Bárbara! Ella estaba en su antigua habitación en el segundo piso.
35:49El segundo piso. La parte de la casa que ya está casi completamente envuelta en llamas.
35:55Desde afuera, pueden ver cómo el fuego lame las ventanas. Cómo el humo negro sale a borbotones de
36:01las habitaciones. Las vigas de madera del techo están comenzando a crujir y ceder bajo el calor
36:06intenso. ¡Tengo que ir! Grita Rafael. Pero antes de que pueda dar un paso, el marco de la puerta principal
36:13se desploma en una lluvia de chispas y madera ardiente, bloqueando la entrada principal. Mercedes
36:18aparece corriendo. ¡Hay una puerta lateral! ¡Todavía no está bloqueada! ¡Podemos entrar por ahí!
36:24Dentro de la casa, en el segundo piso, la situación es desesperada. Pedrito corre por los pasillos llenos
36:29de humo, tosiendo violentamente, llamando a gritos a su tía. ¡Bárbara! ¡Bárbara! ¿Dónde estás?
36:35El niño está aterrorizado, pero determinado. Recuerda haber visto a Bárbara subir las escaleras
36:40antes de la cena. Recuerda que ella parecía triste, perdida en sus pensamientos. Y ahora,
36:46con el pánico de la evacuación, nadie se ha acordado de ella. Nadie excepto Pedrito,
36:52que ama a su tía con todo su corazón de once años. Llega finalmente a la habitación antigua
36:57de Bárbara. La puerta está cerrada. Y cuando Pedrito intenta abrirla, descubre que está trabada.
37:03¡Bárbara! Grita golpeando la puerta. ¡Bárbara, soy yo! ¡Tienes que salir! ¡Hay un incendio! Dentro de la
37:10habitación, Bárbara está de pie junto a la ventana, observando el caos abajo con expresión distante.
37:15Cuando escucha la voz de Pedrito, se sobresalta, como si despertara de un trance. Corre hacia la
37:21puerta y trata de abrirla. Pero algo se ha atascado del otro lado. El calor del fuego ha
37:25hecho que la madera se expanda, trabando el mecanismo. ¡Pedrito! Grita golpeando la puerta
37:30desde adentro. ¡Pedrito! ¡Vete! ¡Sal de aquí! ¡Salva tú! ¡No sin ti! Grita el niño con lágrimas
37:37rodando por sus mejillas. ¡Nunca sin ti! Pedrito comienza a golpear la puerta con todo su cuerpo,
37:43tratando de romperla. Es un niño pequeño, delgado, sin la fuerza necesaria para derribar
37:48una puerta de roble macizo. Pero lo intenta de todos modos, una y otra vez, ignorando el dolor
37:54en su hombro, ignorando el humo que está llenando sus pulmones, ignorando las llamas que se acercan
37:59cada vez más por el pasillo. Abajo, en la entrada lateral, Rafael y Alejo irrumpen en la casa. El calor
38:06es insoportable, como estar dentro de un horno gigante. El humo es tan espeso, que apenas pueden
38:13ver sus propias manos frente a sus caras. Pero siguen adelante, guiados solo por el sonido lejano
38:18de Pedrito, gritando el nombre de su tía. ¡Segundo piso! Grita Rafael, señalando hacia las escaleras.
38:24Tienen que estar en el segundo piso. Comienzan a subir, pero las escaleras están peligrosamente
38:29debilitadas por el fuego. Cada escalón cruje bajo sus pies, amenazando con ceder en cualquier momento.
38:34A mitad de camino, una de las barandillas se desploma, casi arrastrando a Alejo con ella.
38:40Rafael lo agarra justo a tiempo, tirándolo hacia arriba. ¡Sigue moviéndote! Grita Rafael. ¡No te
38:46detengas! Llegan finalmente al segundo piso, y escuchan a Pedrito gritando desde el final del
38:51pasillo. Corren hacia allí, saltando sobre escombros ardientes, esquivando vigas que caen del techo. Y
38:57ahí está el niño, golpeando desesperadamente una puerta cerrada, con las manos ensangrentadas por el
39:03esfuerzo. ¡Pedrito! Grita Rafael, agarrándolo. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Ahora! ¡No!
39:09Llora Pedrito, resistiéndose. ¡Bárbara está atrapada! ¡No puedo dejarla! Alejo se acerca a la
39:16puerta y comienza a golpearla con su hombro, añadiendo su peso y fuerza a los intentos de
39:20Pedrito. ¡Bárbara! Grita. ¡Aléjate de la puerta! ¡Vamos a derribarla! Después de varios intentos,
39:27con el fuego acercándose por el pasillo como una bestia hambrienta, la puerta finalmente cede.
39:33Alejo casi cae dentro de la habitación, con Pedrito corriendo inmediatamente hacia su tía.
39:38Bárbara está en el centro de la habitación, tosiendo violentamente, con la cara cubierta
39:42de hollín. Cuando ve a Pedrito, cae de rodillas y lo abraza con fuerza. ¡Niño tonto! Solloza. ¡Niño
39:49maravilloso y tonto! ¡No debiste venir por mí! ¡Siempre vendré por ti! Llora Pedrito,
39:56aferrándose a ella. ¡Siempre! Rafael entra corriendo. ¡No hay tiempo para esto! ¡El
40:01techo se está derrumbando! ¡Tenemos que movernos ahora! Los cuatro salen corriendo de la habitación
40:07hacia el pasillo, pero lo que ven los llena de terror. Las escaleras por las que subieron Rafael
40:12y Alejo ahora están completamente envueltas en llamas. No hay forma de bajar por ahí. Están
40:17atrapados en el segundo piso, con el fuego cerrándose sobre ellos desde todas direcciones.
40:23¡La ventana! Grita Bárbara, señalando hacia su antigua habitación. Podemos saltar. No estamos
40:28tan alto. Corren de vuelta hacia la habitación. Alejo abre la ventana de golpe, dejando entrar
40:34el aire fresco de la noche que es como agua para sus pulmones ardientes. Mira hacia abajo. Están
40:39a unos cuatro metros del suelo. Una caída peligrosa, pero sobrevivible. ¡Yo iré primero! Grita Alejo
40:45subiéndose al alféizar. ¡Luego pasarán a Pedrito! ¡Yo lo atraparé! Salta, y su cuerpo
40:50desaparece en la oscuridad. Un segundo después, escuchan su voz desde abajo. ¡Estoy bien! ¡Envíen
40:57a Pedrito! Rafael levanta a Pedrito hacia la ventana. El niño está aterrorizado, mirando
41:02hacia abajo con ojos enormes. ¡Confía en mí! Le dice Rafael. Alejo te atrapará. ¡Lo prometo!
41:08Pedrito asiente con valentía, y se deja caer. Hay un momento de terror absoluto mientras
41:13cae. Pero luego escuchan la voz de Alejo. ¡Lo tengo! ¡Está a salvo! ¡Tú sigues!
41:18Le dice Rafael a Bárbara. ¡Yo cerraré! Pero Bárbara mira hacia atrás, hacia el pasillo
41:23donde las llamas ahora están rugiendo como un dragón enfurecido. Mira la habitación
41:28que alguna vez fue su refugio. Mira a Rafael, el hombre que se ha convertido en su cuñado,
41:33en su familia, en uno de los pocos pilares de bondad en este valle maldito. Y toma una decisión,
41:38el sacrificio de Bárbara. La muerte del salcedo que nadie olvidará. Rafael, dice Bárbara con
41:45voz extrañamente calmada en medio del caos, necesito que me prometas algo. ¡Bárbara! ¡No
41:50hay tiempo! Grita Rafael, mientras otra viga cae detrás de ellos en una explosión de chispas.
41:56¡Tenemos que saltar ahora! ¡Prométeme que cuidarás de Pedrito! Grita Bárbara agarrándolo
42:01de los brazos. ¡Prométeme que nunca dejarás que nadie lo lastime! ¡Que lo protegerás con tu
42:06vida! ¡Por supuesto que lo haré! Grita Rafael. ¡Pero tú también estarás ahí para cuidarlo! ¡Ahora
42:11salta! En ese momento, escuchan un crujido aterrador sobre sus cabezas. El techo de la
42:16habitación está comenzando a ceder. Las vigas de madera centenaria, finalmente sucumbiendo
42:21al calor y al fuego. Tienen segundos, tal vez menos, antes de que todo se desplome. Rafael se
42:27sube al alféizar de la ventana, pero cuando se gira para ayudar a Bárbara, ve algo que lo llena
42:32de horror. Una viga ardiente se ha desprendido del techo y está cayendo directamente hacia
42:38donde Pedrito todavía está visible abajo, esperando, mirando hacia arriba para asegurarse
42:43de que su tía está saliendo. Bárbara ve la viga cayendo. Ve a su sobrino, su Pedrito
42:48precioso, el niño que es el futuro del valle, el heredero legítimo de todo valle salvaje, parado
42:54exactamente en el lugar donde esa viga va a caer. Y no piensa, no calcula, no duda. Usa todas
43:01sus fuerzas para empujar a Rafael fuera de la ventana. El hombre cae con un grito de sorpresa,
43:06aterrizando torpemente pero a salvo en los brazos de Alejo, que había corrido para ayudar. Y en el
43:12mismo instante, Bárbara se gira y grita con toda la fuerza de sus pulmones, Pedrito, corre,
43:18aléjate de la casa. Su voz es tan fuerte, tan desesperada, tan llena de amor absoluto, que el niño
43:25obedece instintivamente. Corre hacia el lado, justo cuando la viga ardiente se estrella contra el suelo,
43:31exactamente donde él estaba parado hace un segundo, levantando una lluvia de chispas y escombros. Pero
43:37el movimiento de empujar a Rafael con tanta fuerza ha desbalanceado a Bárbara. Tropieza hacia atrás,
43:43cayendo de la ventana hacia dentro de la habitación. Y en ese preciso segundo, con un estruendo que parece
43:48el fin del mundo, toda la sección del techo se desploma. ¡Bárbara! Grita Rafael desde abajo,
43:54tratando de levantarse para volver a entrar. ¡No! ¡Bárbara! Pero Alejo lo agarra, sabiendo que
43:59si Rafael entra ahora, morirá también. ¡No puedes! Grita mientras Rafael lucha como un animal
44:05desesperado. El techo se derrumbó. ¡No hay forma de entrar! ¡Rafael, por favor! Adriana llega corriendo
44:12desde la entrada principal, con el rostro cubierto de lágrimas y hollín. ¿Dónde está Bárbara? Grita.
44:18¿Dónde está mi hermana? Nadie responde. Nadie puede responder. Porque todos están mirando hacia
44:24la ventana del segundo piso, donde hace apenas segundos Bárbara estaba parada. Donde ahora no
44:29hay nada más que humo negro y llamas devorando todo a su paso. Pedrito mira hacia arriba, sus ojos
44:35infantiles llenándose lentamente de comprensión. Tía Bárbara me salvó. Susurra. Ella gritó para que me
44:41moviera. La viga iba a caerme encima, y ella, ella. Su voz se quiebra. Sus pequeñas piernas ceden
44:48y cae de rodillas en el pasto, mirando la casa ardiente con una expresión de shock tan profunda
44:53que parece haber envejecido décadas en segundos. Adriana cae a su lado, abrazándolo con fuerza,
44:59pero sus ojos nunca dejan la ventana del segundo piso. No, susurra una y otra vez. No, no, no. Esto
45:06no puede estar pasando. Bárbara, por favor. Por favor, no. Mercedes llega corriendo con varios criados
45:13que traen baldes de agua, pero es inútil. El incendio es demasiado grande, demasiado feroz.
45:18Todo lo que pueden hacer es observar impotentes mientras la casa grande, el símbolo del poder de
45:23los galves de Aguirre, se convierte en un infierno ardiente. ¡Tenemos que sacarla! Grita Adriana poniéndose
45:30de pie de un salto. ¡Tenemos que entrar y sacarla! El techo se derrumbó sobre ella, grita Rafael con voz
45:36destrozada. Toda esa sección de la casa colapsó. No hay forma de llegar a ella. ¡No me importa! Grita
45:42Adriana, y ahora está completamente histérica, tratando de correr hacia la casa. ¡Es mi hermana!
45:48No voy a dejarla ahí. Matilde y Mercedes tienen que sujetarla físicamente para evitar que corra
45:54hacia las llamas. ¡Adriana, escúchame! Grita Mercedes sacudiéndola. No puedes hacer nada. Si entras ahí,
46:01morirás también. ¿Y entonces quién cuidará de Pedrito? ¿Quién protegerá a tu familia? Adriana
46:06se desploma en los brazos de Mercedes, sollozando, con una angustia tan profunda que parece salir de
46:11lo más profundo de su alma. Era mi hermana pequeña. Llora. Mi hermana. La que protegía. La que cuidaba.
46:19¿Cómo puede estar muerta? ¿Cómo? José Luis está de pie a varios metros de distancia, observando cómo
46:25su casa arde. Observando el caos que su orgullo y la locura de Victoria han causado. Y cuando comprende
46:31que Bárbara Salcedo está atrapada en esas llamas, algo dentro de él finalmente se rompe
46:36por completo. ¿Qué he hecho? Susurra cayendo de rodillas. Dios mío. ¿Qué hemos hecho? Victoria está
46:44junto a él, pero sus ojos están vacíos. Está en estado de shock. Incapaz de procesar la magnitud de
46:49lo que ha desencadenado. Ordenó el fuego para crear una distracción. Solo una distracción. No era su intención
46:56matar a nadie. Especialmente, no a una Salcedo. Especialmente no de esta manera. Pero la intención
47:02no importa. El daño está hecho. Y Bárbara Salcedo de la Cruz está muerta. O al menos, todos creen que
47:08está muerta. Atrapada bajo los escombros ardientes del segundo piso. El último aliento de Bárbara y el
47:14derrumbe moral de la casa grande. Pasa una hora. Una hora que se siente como una eternidad. El fuego
47:20continúa ardiendo. Pero ahora, está comenzando a consumirse a sí mismo, quedándose sin combustible.
47:26Los criados han logrado evitar que las llamas se extiendan a otras edificaciones del valle,
47:30creando barreras de agua y tierra. Pero la casa grande misma está destruida. Es solo una carcasa
47:36ardiente de lo que alguna vez fue. Y entonces, cuando ya nadie tiene esperanza, cuando todos han
47:42aceptado lo imposible, sucede algo. Una sección del muro lateral, debilitada por el fuego, se desploma con
47:48un estruendo. Y en medio del polvo y las cenizas que se levantan, alguien ve movimiento. ¡Ahí! Grita
47:55Pepa señalando. ¡Hay alguien ahí! Rafael y Alejo corren inmediatamente hacia los escombros. Y lo que
48:01ven les detiene el corazón. Es Bárbara. Está cubierta de sangre, hollín y cenizas. Su hermoso
48:07vestido azul está hecho jirones. Tiene una herida terrible en la cabeza. Y su brazo izquierdo está doblado
48:12en un ángulo antinatural. Pero está viva. Increíblemente, milagrosamente, está viva.
48:18¡Adriana! Grita Rafael. ¡Es Bárbara! ¡Está viva! Entre Rafael y Alejo, la levantan con extremo
48:25cuidado, tratando de no empeorar sus heridas. Bárbara gime de dolor, pero sus ojos se abren
48:30brevemente, enfocándose en el rostro de Rafael. Pedrito susurra con voz apenas audible. ¿Está bien?
48:36Está bien, le dice Rafael con lágrimas rodando por sus mejillas. Lo salvaste. Está bien, gracias a ti.
48:42Una pequeña sonrisa aparece en los labios ensangrentados de Bárbara. Luego cierra los
48:46ojos de nuevo. Su cuerpo completamente laxo en los brazos de Rafael. La llevan rápidamente hacia
48:52el patio frontal, lejos de la casa ardiente, donde Adriana está esperando con el corazón en
48:57la garganta. Cuando ve a su hermana, se lanza hacia ella con un grito que mezcla alivio y horror.
49:01Bárbara. ¡Oh, Dios! ¡Bárbara! La colocan cuidadosamente en el pasto. Mercedes ya está
49:07ahí con trapos y agua, tratando de limpiar la sangre para ver la extensión de las heridas.
49:12Matilde corre a buscar al galeno que está atendiendo a otros heridos en el otro lado
49:16del patio. Pedrito se acerca lentamente, con el rostro pálido como la muerte. Se arrodilla
49:21junto a su tía y toma su mano no herida con infinito cuidado. Tía Bárbara. Susurra.
49:26Lo siento mucho. Es mi culpa. Yo no debí haber ido a buscarte. Yo causé esto. Los ojos de Bárbara
49:32se abren lentamente. Con un esfuerzo que claramente le causa un dolor terrible, gira la cabeza hacia
49:37Pedrito. No. Susurra. Tú. No causaste nada. Tú. Eres un héroe. El niño. Más valiente. Que
49:44conozco. No hables. Suplica a Adriana sosteniendo la mano de su hermana. Guarda tus fuerzas. El galeno
49:50viene en camino. Te vas a poner bien. Tienes que ponerte bien. Pero Bárbara sacude la cabeza muy
49:55levemente. Adriana. Escúchame. Su respiración es laboriosa. Entrecortada. Hay sangre en sus
50:01labios. No. Abandones. Valle salvaje. No voy a dejarte para hablar de valle salvaje. Solloza
50:08Adriana. Vas a sobrevivir. Vamos a salir de aquí juntas. Las dos. Con Pedrito. No. Dice
50:15Bárbara. Y ahora las lágrimas ruedan por su rostro sucio de cenizas. Mi tiempo. Terminó.
50:19Pero el tuyo. No. Pedrito. Necesita que esta tierra sea buena. Que sea justa. Lo será. Promete
50:28Adriana besando la frente de su hermana. Te lo prometo. Lo juro por todo lo sagrado. Valle
50:32salvaje cambiará. Será un lugar de justicia. No de tiranía. De verdad. No de mentiras. Bárbara
50:38sonríe débilmente. Protégelo de la oscuridad. De Victoria. De José Luis. De todos los que
50:45quieren. Usar su poder. Para el mal. Lo haré. Solloza Adriana. Lo juraré con mi
50:50vida. Bárbara mira alrededor del círculo de personas que se han reunido a su alrededor.
50:55Ve a Rafael. El hombre que trató de salvarla. Ve a Alejo. Que arriesgó su vida entrando
51:00en la casa ardiente. Ve a Mercedes. La estratega que luchó por el valle con su inteligencia.
51:05Ve a Matilde. Que le dio amistad cuando más lo necesitaba. Ve a Pedrito. El niño por el
51:10que dio su vida sin dudarlo. Y finalmente. Sus ojos encuentran a Leonardo de Guzmán.
51:15Que acaba de llegar. Leonardo llega corriendo desde el otro lado del patio. Completamente
51:20deshecho. Cae de rodillas junto a Bárbara. Tomando su mano con desesperación. Bárbara.
51:25Solloza con voz quebrada. Perdóname. Por cada momento de dolor que te causé. Por no tener
51:30el valor de luchar por ti. Bárbara lo mira con ojos que comienzan a vidriarse. Leonardo.
51:35Leonardo. Susurra. Mi Leonardo. Te amo. Dice él con lágrimas cayendo libremente. Siempre te he
51:42amado. Solo a ti. Soy un cobarde por no decírtelo cuando importaba. No. Susurra Bárbara. No. Cobarde.
51:50Solo. Humano. Su respiración se vuelve irregular. El galeno examina rápidamente y sacude la cabeza
51:55con tristeza. Las heridas son demasiado graves. Ha perdido demasiada sangre. Sus pulmones están
52:00dañados irreparablemente. Hagan sus despedidas. Dice en voz baja. No le queda mucho tiempo.
52:06Adriana suelta un gemido desgarrador. No puede ser. Bárbara. Por favor. Te quiero. Hermana.
52:12Susurra Bárbara. Cuida. De Pedrito. Enséñale. A ser. Bueno. Lo haré. Te lo juro. Promete Adriana.
52:19Bárbara mira una última vez las estrellas sobre Valle Salvaje. Con un último suspiro suave,
52:25cierra los ojos. El silencio absoluto cae sobre el patio. Incluso el fuego parece callarse en
52:29respeto. Adriana llora con angustia devastadora. Pedrito se abraza a su tía muerta, repitiendo.
52:35Lo siento. Lo siento. Victoria permanece inmóvil, sintiendo por primera vez remordimiento genuino.
52:42¿Qué he hecho? Susurra. Fue ella quien ordenó el fuego que mató a Bárbara. Justicia en ruinas.
52:48Dos días después, entre las ruinas humeantes de la Casa Grande, encuentran documentos chamuscados
52:53pero legibles en la habitación de Victoria. Cartas coordinando el asesinato de Pilara. Registros
52:58de pagos a asesinos enviados contra Pedrito. Confesiones del envenenamiento de Evaristo.
53:04Evidencia de décadas de crímenes. Damaso encuentra la mayoría y los entrega al capitán
53:08de la Santa Hermandad. Victoria va a pagar por cada vida que destruyó. El capitán arresta
53:13a Victoria, quien está casi catatónica por el shock. Ya era hora, dice con voz monótona.
53:19Los Salcedo ganaron. Valle Salvaje ya no es mío. Le colocan los mismos grilletes que una
53:24vez sostuvieron a Luisa. Mientras es llevada, Victoria mira el valle una última vez. Todo
53:29fue por nada. No, dice Adriana. Fue una lección sobre lo que pasa cuando el poder corrompe.
53:34Tu legado será una advertencia. Esa tarde, el magistrado viene por José Luis. Su título
53:39como duque es declarado nulo. Está desterrado por conspirar contra los Salcedo y participar
53:45en intentos de asesinato contra Pedrito. Tiene una semana para abandonar Valle Salvaje,
53:49anuncia el magistrado. José Luis comprende que no irá a prisión. La corona considera
53:54que la pérdida de sus dos hijos y su título es castigo suficiente. Rafael se arrodilla junto
53:59a su padre. Lo siento. No, hijo. Todo es mi culpa. Mi orgullo destruyó a mi familia por
54:06un título que nunca fue mío. Alejo lo perdona a pesar de todo. Irene promete escribirle.
54:11Una semana después, José Luis abandona Valle Salvaje al amanecer. Solo un hombre viejo con pocas
54:16pertenencias y un peso de arrepentimiento eterno. Luisa libre y el nuevo Valle Salvaje. Adriana
54:23finalmente abre el sobre del juez. La condena de Luisa ha sido anulada. El tribunal reconoce
54:28que fue víctima de conspiración. Alejo galopa hacia la prisión. Luisa es libre. El juez anuló
54:34la condena. Eres inocente. Una hora después, Luisa sale parpadeando bajo el sol. Alejo la
54:39atrapa en sus brazos, besándola. Te amo. Nunca te dejaré. El recibimiento en Valle Salvaje
54:44es extraordinario. Pepa abraza a su hermana. El pequeño Evaristo grita. ¡Mamá! Hay amor,
54:50familia y esperanza. Esa noche, Adriana brinda. Por Luisa, por Bárbara, que dio su vida por
54:57Pedrito. Valle Salvaje cambiará. Será un lugar de luz, no de oscuridad. Días después,
55:03Adriana convoca una reunión. Pedrito es oficialmente el señor de Valle Salvaje, pero Adriana será
55:08su tutora legal. Reconstruiremos la casa grande como hogar, no como símbolo de opresión. Anuncia.
55:15Mercedes administrará tierras y negocios. Atanasio preservará los archivos históricos. Rafael será
55:21su pareja en todo. Pedrito propone crear un memorial para Bárbara, para que nunca olvidemos
55:26su sacrificio. Adriana abraza a su hermano con lágrimas de orgullo. Crearemos un jardín con rosas
55:31azules, sus favoritas. Tres meses después. El valle ha cambiado dramáticamente. La reconstrucción
55:37simboliza esperanza. Los trabajadores reciben pago justo. En el lugar donde cayó Bárbara,
55:43florecen rosas azules, incluso en invierno. Luisa y Alejo se casaron y esperan otro bebé.
55:49Finalmente estoy viviendo, no sobreviviendo, dice ella sonriendo. Mercedes recibe carta de Bernardo.
55:55Está regresando con recursos para Valle Salvaje. Matilde y Atanasio abrieron una escuela. Irene y
56:01Leonardo intentan sanar su relación frágil. Adriana, embarazada del hijo de Rafael,
56:05transforma el valle creando leyes justas y un tribunal equitativo. Una tarde, en el jardín
56:11memorial, Rafael le pregunta. ¿Estás bien? Pensaba en todo lo que Bárbara perdió. Pero mira lo que su
56:17sacrificio hizo posible. El valle está cambiando. Pedrito corre con libros. Atanasio me enseñó a leer
56:23los registros de propiedad. Algún día administrarás este valle, dice Adriana. Serás el mejor señor,
56:30porque has visto la oscuridad y elegiste la luz. Mientras el sol se pone pintando el cielo de
56:35naranjas y rosas, comienza una nueva era. Victoria está en prisión. José Luis en el exilio. La casa
56:42grande ya no simboliza tiranía, sino renovación. El legado de Bárbara vivirá en las rosas azules,
56:47en las historias sobre su heroísmo, en las leyes justas. Valle Salvaje finalmente puede convertirse
56:53en un lugar de belleza natural, libertad verdadera y amor incondicional. Bárbara murió como heroína,
56:59transformando oscuridad en luz. Victoria pagó por décadas de crímenes. José Luis perdió todo por
57:05su orgullo. Luisa obtuvo su merecido final feliz. El sacrificio de Bárbara no fue en vano. Su memoria
57:11será eterna. Las rosas azules florecerán para siempre, recordando que incluso en la oscuridad
57:17más profunda, la luz del amor verdadero nunca se apaga. Valle Salvaje ha cambiado para siempre,
57:24marcado por la sangre de una salcedo que dio todo por proteger el futuro.
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