Katy Perry convirtió el Palau Sant Jordi en un auténtico espectáculo futurista. Voló sobre una mariposa tecnológica, realizó acrobacias aéreas, cantó boca abajo en una esfera colgante y recorrió un escenario repleto de luces láser, hologramas y energía desbordante.
Con las 18.000 entradas agotadas, su concierto fue una experiencia visual y sonora digna de un videojuego de ciencia ficción. Perry apareció como una heroína ciborg, con una armadura al estilo Wonder Woman, superando "niveles" mientras revivía sus grandes éxitos: I Kissed a Girl, Teenage Dream y California Gurls, himnos que marcaron a toda una generación.
El público millennial disfrutó de una noche de nostalgia y diversión, recordando la banda sonora de sus 20 años con los temas más icónicos de la artista californiana. Katy Perry, que acaba de cumplir 41 años —"I’m a Scorpio!", gritó con orgullo durante Dark Horse—, demostró que sigue siendo una de las reinas indiscutibles del pop.
Su show combinó tecnología, música y espectáculo, reafirmando su sello único: creatividad, ritmo y una conexión total con sus fans. En Barcelona, la artista volvió a brillar con un concierto inolvidable que mezcló futurismo, emoción y pura diversión pop.
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