Hace miles de años, cuando perros y gatos todavía eran animales salvajes, su alimentación dependía de la naturaleza. Cazaban para sobrevivir y se nutrían de carnes crudas, huesos y vegetales. Con la domesticación, ese instinto se fue diluyendo y la dieta natural dio paso a la comodidad: la comida balanceada. El nuevo ritmo de las familias modernas y la industrialización hicieron del alimento seco una opción práctica, pero no necesariamente saludable. Es por eso que hoy una corriente busca recuperar aquella esencia natural.
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