La cantante presentó un espectáculo de gran formato en la Sala Oval del MNAC, ante casi 900 espectadores. Aunque no habló ni cantó, su puesta en escena resultó tan impactante y sofisticada como su nuevo álbum, una "torre de Babel" musical en la que interpreta temas en 13 idiomas. Ni cantó ni habló. Permaneció más de una hora tumbada —a veces sentada al borde del escenario— como si aquel lugar fuera su cama. Parecía estar en la intimidad de su habitación, sola con sus pensamientos, escuchando un disco, moviendo las piernas, soltándose el pelo… Solo que su habitación, esta vez, era la inmensa Sala Oval del MNAC. Las únicas palabras del espectáculo aparecieron proyectadas sobre una gran tela blanca antes de que comenzara la experiencia sonora: "¿Cuándo fue la última vez que estuviste completamente a oscuras y en completo silencio? A veces, estar a oscuras es la mejor forma de experimentar la luz."
A diferencia de las listening parties de Ciudad de México y Nueva York, en Barcelona Rosalía presentó un show de gran formato, escenográfico y deslumbrante, con la belleza visual y la sonoridad operística que definen su nuevo proyecto, LUX.
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