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  • hace 1 día
Agárrense damas y caballeros que vienen curvas.

Puede pasar de todo y casi nada, pero el PSOE y la cuadrilla de maleantes de Pedro Sánchez están en el alambre.

Estoy seguro de que en La Moncloa nunca habían imaginado una semana tan procelosa, como la que hoy se inicia con la reunión en Perpignan de Puigdemont con la cúpula de Junts, para anunciar que se divorcian del marido de Begoña y sopesan hasta una moción de censura al alimón con el PP.

Lo primero está cantado, porque el fugado golpista ya ha llegado a la conclusión de que el idilio con el amo del PSOE le condena a ser devorado en Cataluña por la feroz Orriols y los todavía más xenófobos de Aliança Catalana.

Lo segundo, lo de la moción de censura instrumental con un candidato que no sea Feijóo y el compromiso de convocar elecciones de inmediato, es harto improbable, porque exige a Junts votar con VOX.

En cualquier caso, sigan atentos a la pantalla porque la cosa está que arde.

Sánchez tiene esta semana dos citas de infarto.

La primera, este miércoles. Ese 30 de octubre su tesorero durante cuatro años, Mariano Moreno, declara como testigo ante el Tribunal Supremo para explicar lo de los sobres con ‘chistorras’, ‘soles’ y ‘lechugas’, que se pagaban en el PSOE y que pillaron desde Sánchez a Ábalos, pasando por el resto de directivos socialistas.

Tiene complicado escaquearse el tal Moreno y todavía más difícil justificar los cobros en efectivo, sin ticket o factura que los respalde y que sugieren que hay Caja B y financiación ilegal.

La segunda cita, la más dura para Sánchez, el PSOE y el Gobierno Frankenstein, es la que tiene el jueves el marido de Begoña en el Senado.

Le espera al paisano un interrogatorio largo, prolijo y despiadado, donde la voz cantante la llevan los del PP, pero también participa VOX.

A priori no puede negarse a contestar ni mentir. Otra cosa es que se vaya por peteneras, que es lo habitual, y que le dejen hacerlo los protagonistas del ‘tercer grado’.

Desde el PSOE y sus terminales de la Brunete Pedrete periodística repiten como un mantra que su jefe va sobrado, y saldrá fortalecido del envite.

La procesión va por dentro. Con media España pendiente, cualquier desliz, cualquier gesto, cualquier palabra mal medida será un desastre sin paliativos.

Sánchez tendrá que escuchar preguntas que hasta la fecha ni siquiera le han formulado.

Y como dijo Feijóo el otro día: “Si miente, irá al juzgado. Y si dice la verdad, también”.

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