En un pequeño taller sobre la avenida Lincoln, en Monterrey, cada hebra de cabello se transforma en un símbolo de esperanza. Ahí, entre risas, agujas y máquinas de coser, las manos de Dora Alicia dan forma a algo más que una peluca, ella teje autoestima, fuerza y amor para mujeres que enfrentan el cáncer.
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