La vida nos ofrece un regalo que pocas veces sabemos valorar en su justa medida: el presente. Todo lo que soñamos, todo lo que queremos alcanzar y todo lo que realmente tiene importancia se encuentra en este instante. Vivir con consciencia plena significa reconocer que el momento actual es la única herramienta que poseemos para transformar nuestra realidad. Postergar decisiones, acumular excusas o dejar en pausa los sueños solo nos aleja de lo que verdaderamente deseamos. La energía vital que necesitamos para crecer, para aprender y para avanzar solo se puede desplegar aquí y ahora, nunca en un mañana incierto ni en un pasado que ya no puede modificarse.
Muchas personas esperan la ocasión perfecta, el día ideal o las condiciones favorables para empezar algo nuevo, pero ese momento raramente aparece. La perfección no es un punto de partida, es una construcción que se moldea con cada paso dado. Empezar con lo que se tiene y desde donde se está es el verdadero acto de valentía, porque solo a través de la acción constante se pueden superar los obstáculos y se adquiere la experiencia necesaria para mejorar. El tiempo que se dedica a esperar lo perfecto es tiempo perdido; en cambio, el tiempo invertido en avanzar, aunque sea con fallos, es tiempo multiplicado en crecimiento personal.
El poder del presente también radica en su capacidad de renovar nuestras decisiones. Cada día nos brinda la oportunidad de volver a elegir, de redefinir el rumbo y de corregir aquello que nos aparta de nuestro propósito. Nada está escrito de manera definitiva mientras tengamos la voluntad de actuar, y esa posibilidad es un privilegio que debemos honrar. No se trata de negar los errores del pasado, sino de aprender de ellos y usarlos como impulso para no repetir los mismos tropiezos. Cada instante puede ser un nuevo comienzo si lo miramos con disposición y coraje.
Sé la primera persona en añadir un comentario