Las llantas, los conos o acordonamientos improvisados que colocan los vecinos para indicar que ahí hay un bache son parte del paisaje de la Ciudad de México. Hay algunos tan eternos que les han puesto nombre o festejado cumpleaños. En una ciudad donde hay hasta 2.000 baches por colonia, los programas gubernamentales son apenas una gota de asfalto en un océano de hoyos.
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