Mientras exista la sensación de que los del norte subvencionan a los del sur, el virus del separatismo se estará incubando hasta despertar como en Cataluña
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00:00El intento de independizar a Cataluña de España no debe sorprendernos. Es una consecuencia
00:18natural de la ola de fundamentalismos y cambios globales radicales que están redefiniendo
00:23la geopolítica en el planeta. Lo vimos con el sorpresivo y controvertido Brexit, la salida
00:28del Reino Unido que lucía imposible apenas unas semanas antes de su votación, pero que
00:33acabó fallando a favor de segregarse de la Unión Europea. Y ese separatismo también
00:38se olfatea entre amplios segmentos de la sociedad alemana, cansada de subsidiar al euro para
00:43sostener un desigual mercado común europeo. En el continente americano ya son distintas
00:48las intentonas de bloques fundamentalistas por convertir a California en una nación independiente
00:54de los Estados Unidos. En México, el desequilibrado trato fiscal que la Federación le otorga a
01:00las economías pujantes como la de Nuevo León e incluso todo el norte del país, pone sobre
01:05la mesa el lamento de un trato tributario injusto que termina por subsidiar las economías de
01:10los estados del sur. Las sociedades, más despiertas, más comunicadas, más analíticas, expresan
01:17así su malestar y se recargan en la frase de mejor solos que vivir eternamente maltratados.
01:23Cataluña, California o Nuevo León, por citar tres casos, verían mejores días si sus tributos
01:29se aplicaran a apuntalar sus pujantes economías para generar más riqueza, que se tradujera
01:34en mejores condiciones de vida para sus ciudadanos. Cataluña, por ejemplo, tiene el 6% del territorio
01:41ibérico, menos del 14% de la población española y genera poco más del 20% del PIB de la madre
01:48patria. La mayoría de los catalanes no se sienten
01:51españoles y eso quedó reflejado en el referéndum que abrumadoramente ganó el voto por la independencia
01:57por encima de la muy pobre diplomacia del presidente español Mariano Rajoy. La crisis política generada
02:03por el espíritu independentista catalán obligó incluso a Felipe VI, rey de España, a salir
02:09a plantar cara en un mensaje de unidad intentando frenar la escisión. Es imposible prefigurar
02:16el desenlace final sobre Cataluña, pero está claro que no será ni la primera ni la última
02:21intentón independentista de una región trascendente que se siente explotada y mal representada en
02:27el Pacto de la República. Lo que suceda o deje de suceder con Cataluña no será un asunto
02:33que se quede en España. Si la independencia catalana sale victoriosa, el ejemplo sin duda
02:39cundirá en otras latitudes. Los modelos políticos y económicos de hoy serán sometidos a una severa
02:44revisión para impedir que los intentos separatistas se viralicen por el planeta. Cataluña es apenas
02:50una de las primeras muestras del si se puede o no se puede. Sucedió también en España con la
02:56emergencia del partido Podemos, con el Brexit en el Reino Unido, con el referéndum para la paz en
03:02Colombia o la victoria del radicalista Donald Trump en los Estados Unidos. La contracorriente desafía a los
03:08sistemas establecidos, al llamado establishment, que no acierta a crear un nuevo y más justo modelo
03:14político, económico y social que releve al que se forjó después de la Segunda Guerra Mundial y de
03:20los tratados de Bretton Woods. Y mientras en cualquier nación exista la sensación de que los del norte
03:26subvencionan a los del sur, que los que más producen son a quienes más se les explota fiscalmente, el virus
03:32del separatismo se estará incubando hasta despertar, como en Cataluña. No valdrán entonces ni discursos
03:39como los de Mariano Rajoy o apariciones televisivas como las del rey Felipe VI. Nadie quiere en el
03:45avanzado siglo XXI sentirse ni súbdito ni esclavo de nadie.