La letra —o el texto verbal— no es sino uno de los elementos que entran a formar parte de la performance de un canto como el huayno. Por un lado, un texto musical (melodía, ritmo), acompañándolo o haciendo las veces de contrapunto, le sirve de soporte. Ambos se realizan por medio de una o varias voces que pertenecen a personas condicionadas por su experiencia personal y colectiva en un contexto socio-cultural e histórico determinado. El canto surge en el marco de una puesta en escena que implica, además de la actuación de los personajes (cantantes / oyentes), la ocupación de un espacio y la inserción en el tiempo (astronómico, social, histórico). Sin embargo, el texto verbal —por su autonomía relativa— se rige, hasta cierto punto, según unas normas que le son propias. Las estructuras del texto (verbal) producen un sentido objetivo —accesible al análisis— que su puesta en escena, a menos de ser paródica, no llega a anular del todo. Este sentido objetivo no coincide siempre ni necesariamente con el que le atribuyen, en el momento de la performance, los ejecutantes o el público. En lo que sigue, perfectamente consciente de los límites de esta indagación, intentaré, pues, poner de relieve la cosmología objetivamente incrustada en los textos verbales de algunos cantos.
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