El baldaquino levantado por el genial Gian Lorenzo Bernini en el centro de la basílica vaticana, sobre la sepultura de san Pedro, ha recobrado su brillo gracias a su primera restauración en 250 años y ha revelado, de paso, los restos "de vida cotidiana" que quedaron en sus alturas monumentales.
"Ha vuelto a ser el centro, el fulcro y la referencia de la basílica", celebra en una entrevista con EFE a los pies del monumento el ingeniero Alberto Capitanucci, responsable técnico de la Fábrica de San Pedro, el ente que custodia el templo vaticano.
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