Envenené a la madre de mi novio. Ahora ella no será un obstáculo.
  • hace 4 años
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¡Hola a todos! Me llamo Cassidy y tengo 20 años. Apuesto a que no sorprenderé a nadie si digo que mi relación con la madre de mi novio era complicada desde el principio. Esto sucede muy seguido, ¿verdad? Pero, ¿y si les digo que una vez me volvió tan loca que casi la mato?

Jaden y yo nos conocimos hace poco más de un año en una de esas fiestas con arte a la moda. Él estaba con su novia, pero nos cruzábamos las miradas toda la noche. En algún momento, nos encontramos accidentalmente frente a una de las fotos y charlamos un segundo. Y cuando mencioné que yo era un artista principiante, se interesó en mi trabajo, así que le di la dirección de mi estudio, y…

Para resumir, se mudó conmigo, aparentemente habiendo dejado a su novia antes de eso. Durante casi un año, nuestra vida juntos fue genial hasta que empezó a hablar de su pobre madre, que estaba de vuelta en Inglaterra y a la que no ha visto en mucho tiempo, le echaba mucho de menos. Había oído muchas cosas buenas su madre por Jaden y yo ya la amaba y quería conocerla. Además, conocer a los padres suele significar, ¡tatatachán!, una boda inminente. Así que, de alguna manera le dije que se quedara con nosotros para evitar gastar más en un hotel y eso hizo que Jaden estuviera muy feliz.

Tan pronto como la Sra. Evans dio su primer paso dentro de nuestro departamento, comenzó a criticar prácticamente cada centímetro de él. No le gustó el sofá que compramos especialmente para ella ni las cortinas de las ventanas, que según ella, deberían haber sido más transparentes para dejar entrar la luz del sol. Pero lo peor es que yo no le agradaba.
Dijo que yo vestía ropa extraña y anticuada, y ella estaba tan contenta que me trajo unos pantalones de regalo que insistió en que me los probara enseguida. Claro, yo quise ser educada, aunque no me gustaba el color o la tela, y cuando me los probé, me resultaron un poco apretados. Pero lo que la Sra. Evans dijo fue que si perdía un kilo, estarían perfectos. No le dije nada y solo le devolví una sonrisa, pero no pude evitar notar que definitivamente me consideraba regordeta.

Además digamos que ella no apoyaba el hecho de que Jaden y yo viviéramos juntos fuera del matrimonio. Así que, de vez en cuando, la oí hacer ciertos comentarios sobre mi moralidad. Al mismo tiempo, ella había perdido a su marido hace varios años y le seguía siendo fiel, lo que la convertía ca
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