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  • hace 7 años
La A-3 se convirtió en un auténtico acantilado. La fuerza del agua era de tal magnitud que arrastró todo lo que se cruzaba a su paso: coches, furgonetas e incluso señales de tráfico, que fueron arrancadas del suelo. Lo peor, la angustia de algunos conductores que quedaron atrapados en el interior de su vehículo a la espera de ayuda. A sólo unos kilómetros de allí, las calles de Coslada fueron, por una horas, ríos. La corriente arrastró hasta los vehículos que estaban aparcados en las aceras. La lluvia sorprendió de noche a muchos. Algunos conductores, al ver peligrar su coche, no pudieron evitar la tentación de acercarse para ver en qué condiciones estaban sin pensar en el gran riesgo que corrían.

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