No hay peor traición que acusar sin pruebas. Porque el fin persigue el descrédito, el que no, una parte tenga la razón y la otra no, sino que todas las partes se pongan en contra de una.

No pueda siquiera defenderse porque lo que se extiende es un rumor, un fantasma que quiere afectar la imagen de alguien para matar su credibilidad lentamente y hacerlo desaparecer.

Así, muchas veces se corre a una persona de un trabajo, así, muchas veces se crea una revuelta o se lincha a alguien. Así muchas veces se destruye un país, físicamente, porque ya con la opinión generalizada, ya no importa basada en qué, la autorización no explícita para atacar, ya está dada.

Así es mucho más fácil el ataque final, la estocada final para que aquel incluso que era un héroe, caiga en el ruedo del desprecio, sin defensa alguna ante el dedo acusador que tapa perfecto los vacíos del miedo en aquellas personas que le temen a la verdad y a la libertad.

Este discurso tan complicado, parece que lo está llevando a cabo Arabia Saudí. Tal pareciera que quiere dar el ataque final. Después de más de un año y medio de estar bombardeando a su país vecino Yemen, de asesinar a más de 10.000 yemeníes -desde el aire sin ensuciarse las manos y con una poderosa fuerza aérea que no tiene, ni atacado con un solo avión, el contrario que es un movimiento popular-.

Ahora inventa, porque no presenta pruebas, que los yemeníes (el movimiento popular de Yemen, "Ansarola"), quiere destruir con misiles el lugar más sagrado de todos los musulmanes del mundo: La Meca. Situada en Arabia Saudí, La Meca, dice la monarquía saudí, está en la mira de los yemeníes. ¿Qué desató este caos? Los saudíes aseguran que derribaron un misil yemení que iba directo a la Meca.

El movimiento popular yemení, asegura que es mentira. Explica que efectivamente lanzó un misil para atacar Arabia Saudí, y que cumplió su objetivo, destruir el aeropuerto Internacional "rey Abdulaziz" de la ciudad de Yeda, Arabia Saudí.

Que jamás estaba dirigido a La Meca. Si usted ve el programa de hoy, le enseñaremos un mapa donde es evidente que el error del misil hubiera sido como si se tratara de un buscapiés clásico de los juegos pirotécnicos en las celebraciones populares de América Latina que cuando se prenden salen disparados con un rumbo loco e incierto.

Los misiles no son así. El radio de distancia entre la Meca y la ciudad impactada no es de un metro, 100 metros ni un kilómetro: son 100 kilómetros, además de estar del otro lado, con otro rumbo y otra geoposición. Y por si fuera poco, Arabia Saudí no enseña imágenes del aeropuerto de la ciudad de Yeda.

¿Qué entonces quiere Arabia Saudí? Quiere poner a todos los musulmanes del mundo en contra de Yemen, contesta Irán. Dice que estas afirmaciones son muy peligrosas, porque advierte lo que le digo al principio de este artículo: la traición del descrédito, atacando la esencia de una entidad con rumores, para hacerla caer.

¿Preguntaremos hoy si Arabia Saudí, quiere acabar la guerra en Yemen, pero con una estocada final, al unir a sus amigos árabes del Golfo Pérsico para que autoricen la escalada más violenta en el último año de guerra cruel? Preguntaremos si el ¿Terrorismo de Arabia, lanzará misiles para desaparecer Yemen? y ¿Estados Unidos dónde está, ese que vela por la protección de niños y mujeres víctimas de bombas y hambruna que Arabia Saudí les receta todos los días?

Detrás de la Razón. Nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. La realidad, hace lo que quiere, y nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.