Nairobi, 20 jun (EFE).- (Imágenes:Javier Marín) Cuando Paulo Amotun Lokoro empezó a correr siendo un niño, nunca había oído hablar de los Juegos Olímpicos. Corría para proteger el ganado de los depredadores y escapar de los ataques en su aldea. Correr no era un deporte en Sudán del Sur.
Ocho meses después de calzarse unas zapatillas deportivas por primera vez, Paulo y otros cuatro sursudaneses se preparan en Kenia para hacer historia: formarán parte del primer equipo olímpico de refugiados, que hoy celebran su día internacional.