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  • 14/5/2015
Un día después de que una parte del ejército anunciara el derrocamiento del presidente burundés Pierre Nkurunziza, los leales al regimen aseguran que la situación está bajo control. En la capital, Buyumbura, esta mañana todavía podían oirse disparos aislados.

El paradero de Nkurunziza también es una incógnita. Se sabe que anuló su participación en la cumbre de mandatarios del este de África que se celebra en Tanzania para regresar a su país, pero su avión no pudo aterrizar en Buyumbura y se le sitúa de vuelta en Dar es Salam. Sus homólogos le apoyan.

“Esta cumbre es de la opinión de que el golpe Estado no soluciona los problemas de Burundi”, decía el presidente tanzano, Jakaya Kikwete, que ejerce de anfitrión. “No aceptamos el alzamiento, lo condenamos de la manera más enérgica posible y pedimos el regreso al orden constitucional.”

Nkurunziza, de etnia hutu, lleva dos mandatos en la presidencia burundesa y hace poco anunció que pensaba presentarse a un tercero, lo que ha provoca

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