Un Ferrari entre pecho y espalda

  • hace 10 años
Madrid, 22 sep (efesalud.com). El doctor Carlos Macaya Miguel, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos, nos ofrece una serie de tres vídeos en los que repasa las curiosidades más fascinantes del sistema cardiovascular humano, simbolizadas en el corazón: su fiabilidad mecánica, su latido eléctrico y su portentosa biología, logotipo del amor.

En este primer vídeoblog, el cardiólogo compara el corazón con cualquier motor mecánico construido por el hombre.

"El corazón es una bomba de propulsión genial. Está latiendo desde que nacemos hasta que morimos, sin detenerse o dejar de funcionar ni un solo instante".

El corazón impulsa la sangre por todo el cuerpo mediante los movimientos de sístole, contracción auricular y ventricular, y diástole, relajación del músculo cardíaco para recibir la sangre procedente de los tejidos.

"Si contáramos el número de latidos comprobamos que es espectacular: el corazón, en condiciones normales, sin hacer ejercicio físico, latiendo a 60, 70 u 80 latidos por minuto, ofrece unos datos aproximados de 100.000 latidos sumando todas las horas del día; tres millones al mes; y cerca de 1.000 millones al año", nos cuenta.

¿Qué máquina dispone de un motor que pueda funcionar de manera ininterrumpida, cumpliendo sus funciones durante tanto tiempo, sin sistema de refrigeración, y que sea capaz de resistir 80.000 millones de latidos durante su útil vida?

Una de las claves de la potencia se puede visualizar en la coordinación de las cavidades o cámaras del corazón: dos superiores, aurículas derecha e izquierda, que envían la sangre a las dos inferiores: los ventrículos derecho e izquierdo que expulsan la sangre.

Pero son sus cuatro válvulas las que muestran una total precisión: en el lado derecho del corazón, tricúspide y pulmonar; en el lado izquierdo, mitral y aórtica.

"Las válvulas comunican las cavidades del corazón y se tienen que abrir y cerrar correctamente. Cuando no se abren bien, son obstructivas, y cuando no se cierran de forma adecuada, se considera que son incompetentes o insuficientes", explica el doctor Macaya.

Su principal misión es dejar pasar la sangre, que viene de todo el cuerpo sin oxígeno, y que salga del corazón por los grandes vasos y llegue a todos los rincones con oxígeno. Deben impedir, además, que la sangre vuelva hacia atrás.

"Y son muy finas, prácticamente transparentes. Son de tejido conjuntivo -cohesiona o separa los elementos tisulares que componen los órganos-", detalla.

Para el galeno, estas válvulas "son un milagro", ya que trabajan en un sistema hidráulico con una presión de 140 o 150 milímetros de mercurio.

"Aguantan y aguantan durante toda la vida, sobre todo las del corazón izquierdo, como las arterias. El milagro consiste en cómo es posible que no se averíen antes de los 60 0 70 años, cuando empiezan a renquear, salvo que exista algún tipo de enfermedad", opina.

El ciclo cardíaco de diástole y sístole, llenado y vaciado de sangre, se completa a la perfección cuando todos los componentes del corazón trabajan al unísono, como un reloj suizo.

La aurícula derecha recibe la sangre gastada de las venas cavas -inferior y superior- y la pasa al ventrículo derecho a través de la válvula tricúspide, para luego salir hacia la arteria pulmonar atravesando la válvula pulmonar y oxigenarse en los pulmones.

La aurícula izquierda recibe la sangre oxigenada de las venas pulmonares y la deposita en el ventrículo izquierdo a través de la válvula mitral o bicúspide. La sangre sale después por la válvula aórtica hacia la arteria aorta y completar así el riego cardiovascular.

"El funcionamiento mecánico del corazón es tan simple como asombroso", concluye el doctor Carlos Macaya Miguel.

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