Comer o no comer: una cuestión cerebral

  • hace 10 años
En el periodo navideño se consumen más calorías de la cuenta. Y sin embargo, nuestro cerebro nos avisa y utiliza mecanismos para regular el consumo de alimentos.

En el Centro Nacional de Investigaciones Fisiológicas de Pisa, Italia, se estudia el problema de la obesidad y la respuesta de nuestro cerebro al estímulo de la comida.

El proyecto europeo, Neurofast ha sido realizado con una serie de voluntarios a quienes se les proyectaron imágenes de alimentos monitorizando su respuesta cerebral.

Maria Angela Guzzardi es investigadora del proyecto Neurofast:

“La actividad cerebral se incrementa con los estímulos, en este caso el estímulo del chocolate. Y se observa en todo tipo de personas, delgadas u obesas. La actividad va a variar en una persona obesa, según sea más o menos dependiente de la comida.”

Los científicos han observado que los pacientes más adictos a la comida experimentan menos placer, pues necesitan más estímulos, es decir más cantidad de alimentos.

Una pizza con menos calorías, menos sal y menos materia grasa… Este es uno de los objetivos que tratan de lograr en el centro de estudios Oniris, en Nantes, al Oeste de Francia.

Los problemas de obesidad y adicción a la comida podrían reducirse si ésta tuviera menos calorías.

El profesor Alain Le Bail es especialista en procesos alimenticios en el Centro de investigaciones Oniris:

“Este proyecto puede contribuir a modificar o reducir la cantidad de azúcar, sal o grasa que se consumen, sin dejar de proporcionar la sensación de una comida sabrosa y equilibrada que sea aceptable para el consumidor.”

Con este aparato llamado “masticador artificial” es difícil que a uno se le haga la boca agua, y sin embargo los investigadores logran imitar la masticación, la segregación de saliva y la respuesta psicológica al olor y la textura de los alimentos.

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