“Verdad yo hablo en Mashíaj: ¡No miento! Mi interior da testimonio conmigo en el espíritu del Santo, Grande es mi lamento y mi corazón languidece incesantemente; Hasta bien estaría ser separado… para ser apartado del Mashíaj, por mis hermanos que son hijos de mi pueblo, ¡yo mismo, mi carne! Los hijos de Yisrael, pues a ellos pertenece el estado de hijos, la gloria, los pactos, la dádiva de la Toráh, el servicio del Santo y el refugio en seguridad. De ellos los ancestros; y de ellos en lo relacionado a su genealogía humana. El Mashíaj, pues él está sobre todo, poderoso del bendito por la eternidad. ¡Amén!”
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