Se trataba de un artefacto en forma de pera que podía expandirse gracias a las cuatro partes móviles de las que constaba. Se introducía en el ano, vagina o boca de los acusados según el cargo que se les había imputado (herejes, homosexuales y brujas, respectivamente). La pera se iba abriendo lentamente hasta desgarrar los orificios de la victima.