Como su apodo Ţepeş indica, Vlad Dracula tenía predilección por el empalamiento, una técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo de aproximadamente 3,50 m de longitud sin punta (ya que esto aseguraba un mayor sufrimiento en la víctima), por el abdomen, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muriese lentamente. Entre 40.000 y 100.000 personas murieron de esta manera, o a través de otros métodos de tortura, a manos de los hombres del Empalador, durante los siete años que duraron sus sucesivos reinados: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo. Vlad odiaba, más que cualquier cosa, los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango; más aún, cuanto más alto era el rango del traidor, más duro era el castigo. Consiguió acabar con los boyardos decadentes de su tiempo.
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