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  • 2/15/2010
Historia de una joven que dijo en público la verdad de lo que pensaba, sin darse cuenta de que estaba atacando a la verdadera Inquisición. Una vez más se evidencia cómo esta institución está en las antípodas de lo que nos quieren hacer creer: no es precisamente la religiosa. Para el creyente, lo que haga detrás de la puerta de su habitación siempre que no perjudique a nadie, sólo debería interesarle a Dios. Para el no creyente, sólo a él mismo. Pero parece que no, que hay mucha gente interesada en lo que hace uno en su vida privada.

Y precisamente los más victimistas, quienes más se quejan injustificadamente de ser discriminados, son el dedo acusador. Así pues, erigidos en "lobby", estos grupos no permiten que la gente diga en alto nada que ellos consideren sospechoso de ir contra ellos, y, lo que es peor, NI SIQUIERA SE PUEDE DECIR NADA QUE SIMPLEMENTE NO LES GUSTE. Ojo, porque entonces te buscarán las cosquillas, indagarán, irán a tu intimidad, te perseguirán y te machacarán.

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