Autismo: Musicoterapia

  • hace 15 años
En instituciones es factible encontrar niños con cuadros neurológicos complejos, en los cuales, la “desconexión” y las conductas autísticas son un componente más: Síndrome de Rett, Síndrome de West, Parálisis Cerebrales, secuela de Rubéola congénita, Esclerosis Tuberosa, secuela de Citomegalovirus, Síndromes convulsivos de diferentes tipos, hipoacúsicos, etc.
Desde la Musicoterapia no evaluamos un diagnóstico sino cómo ese ser humano, rotulado de determinada manera se relaciona con el sonido y sus parámetros, cómo se expresa motrizmente, cómo utiliza su voz y es capaz de imitar ya sea con o sin objetos acciones sonoras o corporales.

En ocasiones las imitaciones son pequeñas acciones asincrónicas o diferidas; otras veces aparecen como mera expresión del reflejo cócleo recurrencial, sin embargo indican cierto nivel de conexión y cuál será el umbral comunicacional. Hay sesiones que comienzan con actitud indiferente por parte del Musicoterapeuta, otras en las que se imitan llantos o gemidos característicos; a veces el diálogo se establece desde el movimiento, otras reforzando la magia de ausencias y presencias detrás de una cortina o dentro de una gran caja. Los juegos sonoros que se realizan se basan generalmente en las estereotipias motoras que trae el niño, trasladándolas a un tambor, una flauta o una guitarra, brindándole otra utilidad al gesto, y motivando un cambio cualitativo en la relación con los objetos. Ya no será el gesto como descarga o autoestimulación sino el gesto en función de obtener algo placentero de un objeto determinado.