Love Among the Roses (Amor entre las rosas) [1910]
  • hace 3 años
En el Reino de la Tierra de Nunca Jamás viven un gran Señor y una Señora, cada uno presidiendo su propio dominio. Este gran Señor va a dar un paseo por su finca y, al llegar a la frontera de su propia tierra, le sorprende la fascinante belleza de la finca contigua, tan parecida a la suya, que la inclinación a entrometerse es irresistible. Su peregrinación se detiene con la aparición de la gran Dama, que en verdad es tan hermosa como las flores que visten su tierra. Se presenta y la invita a pasear con él por sus jardines. Ella está igualmente fascinada por la belleza de sus posesiones. Cuán semejantes son en belleza; un verdadero país de las hadas. Si fueran solo uno, porque parece que deberían serlo. Este pensamiento es mutuo, y el Señor propone un camino, un matrimonio, por lo que se produce un compromiso de conveniencia. No saben nada del amor y por eso están contentos con la anticipación de ser el Señor y la Señora de la Tierra de Nunca Jamás. Poco sueñan con el funcionamiento sutil del destino, que es, por supuesto, el egoísmo natural de la humanidad, pero, sin embargo, se están trazando las líneas, ya que como hemos visto el lado paradisíaco de la vida, ahora vamos al lado de lo hogareño, visitando la triste casa en Never-Never Land. Aquí encontramos dolor, aflicción y miseria, y sin embargo encontramos como en el otro un compromiso de conveniencia entre la pobre y pequeña encajera y el humilde jardinero. Razonan que su suerte puede ser más generosa al unir sus exiguas fortunas. El jardinero se asegura un puesto en los jardines de la Dama y la encajera sale a buscar compradores para su obra. El Señor se encuentra con la hermosa encajera y se siente atraído por su belleza, pues aprende por primera vez lo que es el amor. La Señora se encuentra con el jardinero y queda impresionada por su belleza robusta y viril y su fuerza hercúlea, tan diferente del Señor, su vecino. También se da cuenta del poder del amor, pues su inclinación por estar cerca del jardinero es irresistible. A pesar de la aparente falta de alianza en tal paso, la Dama confiesa que solo puede ser feliz con el humilde jardinero. Esto lo recibe el Señor con mal disimulado deleite, ya que lo deja libre para casarse con la hermosa encajera.
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