Trilogía Tudor: Análisis académico de una dinastía: Documental 01|Parte III: Ana Bolena & Enrique VIII 03: La danza de la muerte; El amor en tiempos de pandemia|Historia de Inglaterra|Siglo XVI|Enero 1528-Junio 1529|Natalie Dormer (3/4)
- hace 4 años
Voz en español de Charles Brandon: Irwin Daayán
Voz en español de Lorenzo Campeggio: Carlos del Campo
«¿Qué es este misterioso mal? ¿De dónde viene? Nadie lo sabe. Le llaman enfermedad del sudor, porque quienes la sufren experimentan una sudoración severa, seguida de escalofríos, fiebre alta, dolor de cabeza, inconsciencia. Traer un médico es inútil, pues en menos de 4-12 horas el paciente se despide de este mundo. Una persona puede estar feliz por la mañana y muerta en la noche, pero si logra superar las 24 horas, tiene probabilidad de sobrevivir. El miedo se propaga más rápido que la misma plaga, tanto que un sólo rumor puede provocar hasta mil casos de sudor».
—Tomás Moro (1528)
La idea de realizar documentales centrados en la dinastía Tudor nació a partir de la misma premisa que inspiró al profesor y guionista inglés Michael Hirst a realizar sus series: llevar la historia, real y documentada, a un medio masivo de forma entretenida y llevadera, en su debido contexto y en todas sus vertientes. Apoyados en fuentes primarias y textos académicos, ofrecemos una visión objetiva de la vida en el siglo XVI, que esperamos les guste y sea utilizada por alumnos e historiadores por igual. Empecemos nuestra lección de hoy:
Inglaterra, 1528. Ha pasado exactamente un año desde que Ana, hija menor del embajador Tomás Bolena, una dama inteligente y sofisticada, aceptó casarse con Enrique, el impulsivo monarca del reino. Ambos salen juntos de progreso, recorren extensos cotos de caza, reciben embajadores extranjeros y se comportan como una feliz pareja de luna de miel. Su historia de amor sería perfecta excepto por una cosa: Enrique no es libre para decidir cuándo casarse o separarse por mas rey que sea, y en este momento, el clima político europeo no está para divorcios. El brutal saqueo de Roma dejó al papa Clemente VII cercado por las tropas del emperador Carlos en Orvieto y sordo a cualquier amenaza de los ingleses. ¿Podría un tribunal eclesiástico ser la solución?
La presencia de una Bolena en el corazón del rey ha cambiado drásticamente el panorama. Desde su rotundo fracaso en París, Wolsey intentó apaciguar a los novios con suntuosos banquetes en Hampton Court, esperando recuperar su confianza. Su viaje consolidó una alianza de 10 años con Francia, pero también abrió una brecha para que los nobles intrigaran en su contra, y ahora su puesto en el poder pende de un hilo. ¿PUEDE PASAR ALGO PEOR?
El martes 16 de junio de 1528, una de las damas de Ana cayó víctima de la misteriosa enfermedad del sudor, una mortal epidemia de origen desconocido. En menos de 2 meses, 40000 contagios y 2000 muertos plagaban Londres. ¿Mascarillas? Antibióticos? Medicinas? En ese tiempo ni sabían qué era un desinfectante. Para Enrique, un metro no era suficiente: el rey se autoaisló en un palacio a 7 millas de la ciudad, cerró el parlamento y mandó a su amada a Hever con su familia, esperando que la distancia social los protegiera. Tristemente, en una pandemia, nadie se salva
Voz en español de Lorenzo Campeggio: Carlos del Campo
«¿Qué es este misterioso mal? ¿De dónde viene? Nadie lo sabe. Le llaman enfermedad del sudor, porque quienes la sufren experimentan una sudoración severa, seguida de escalofríos, fiebre alta, dolor de cabeza, inconsciencia. Traer un médico es inútil, pues en menos de 4-12 horas el paciente se despide de este mundo. Una persona puede estar feliz por la mañana y muerta en la noche, pero si logra superar las 24 horas, tiene probabilidad de sobrevivir. El miedo se propaga más rápido que la misma plaga, tanto que un sólo rumor puede provocar hasta mil casos de sudor».
—Tomás Moro (1528)
La idea de realizar documentales centrados en la dinastía Tudor nació a partir de la misma premisa que inspiró al profesor y guionista inglés Michael Hirst a realizar sus series: llevar la historia, real y documentada, a un medio masivo de forma entretenida y llevadera, en su debido contexto y en todas sus vertientes. Apoyados en fuentes primarias y textos académicos, ofrecemos una visión objetiva de la vida en el siglo XVI, que esperamos les guste y sea utilizada por alumnos e historiadores por igual. Empecemos nuestra lección de hoy:
Inglaterra, 1528. Ha pasado exactamente un año desde que Ana, hija menor del embajador Tomás Bolena, una dama inteligente y sofisticada, aceptó casarse con Enrique, el impulsivo monarca del reino. Ambos salen juntos de progreso, recorren extensos cotos de caza, reciben embajadores extranjeros y se comportan como una feliz pareja de luna de miel. Su historia de amor sería perfecta excepto por una cosa: Enrique no es libre para decidir cuándo casarse o separarse por mas rey que sea, y en este momento, el clima político europeo no está para divorcios. El brutal saqueo de Roma dejó al papa Clemente VII cercado por las tropas del emperador Carlos en Orvieto y sordo a cualquier amenaza de los ingleses. ¿Podría un tribunal eclesiástico ser la solución?
La presencia de una Bolena en el corazón del rey ha cambiado drásticamente el panorama. Desde su rotundo fracaso en París, Wolsey intentó apaciguar a los novios con suntuosos banquetes en Hampton Court, esperando recuperar su confianza. Su viaje consolidó una alianza de 10 años con Francia, pero también abrió una brecha para que los nobles intrigaran en su contra, y ahora su puesto en el poder pende de un hilo. ¿PUEDE PASAR ALGO PEOR?
El martes 16 de junio de 1528, una de las damas de Ana cayó víctima de la misteriosa enfermedad del sudor, una mortal epidemia de origen desconocido. En menos de 2 meses, 40000 contagios y 2000 muertos plagaban Londres. ¿Mascarillas? Antibióticos? Medicinas? En ese tiempo ni sabían qué era un desinfectante. Para Enrique, un metro no era suficiente: el rey se autoaisló en un palacio a 7 millas de la ciudad, cerró el parlamento y mandó a su amada a Hever con su familia, esperando que la distancia social los protegiera. Tristemente, en una pandemia, nadie se salva