Gané el concurso, pero tuve que entregar mi premio

  • hace 5 años
Hola, me llamo Alicia. La historia que voy a contarte fue una montaña rusa muy emocional para mí. Hubo una traición, hubo una enemistad y hubo muchas sorpresas.

En fin, esta historia comenzó cuando una nueva chica llegó a nuestra escuela secundaria. Su nombre era Sara, y se había mudado de otro estado con su mamá. En la escuela, ella siempre estaba triste, cansada y demasiado tímida para hablar con alguien. Más tarde, supe que su padre había ido a la cárcel y que no les estaba yendo muy bien. Sara trataba de ayudar a su madre con los varios trabajos que ella tenía, y estaba bajo mucha presión mental.

Así que, viendo que le estaba costando mucho socializar, decidí dar el primer paso. Me senté con ella en el almuerzo y resultó que en realidad era muy agradable. Muy pronto, Sara se convirtió en mi mejor amiga. Hacíamos pijamadas, pero solo las organizábamos en mi casa, ya que ella le avergonzaba donde vivía con su madre.

Un día, se anunció una competencia en nuestra escuela. La persona que tenía el mejor proyecto de la escuela iría a la ciudad de Nueva York para presentarlo en una conferencia. Y ahí fue cuando supe que tenía que ganar.

Muchos de ustedes podrían no entenderlo, pero ir a la ciudad de Nueva York siempre fue mi sueño. Vivimos en Montana, que está bastante lejos, y mis padres prefieren pasar las vacaciones acampando. Si quiero algo, necesito trabajar duro y ganármelo yo misma. Y esta competición era la oportunidad perfecta.

Así que comencé a trabajar en mi proyecto y... no quedaron muchas más cosas en mi vida a las que les presté atención por un tiempo. Entonces, después de un par de semanas, empecé a sentirme agotada, y fue en ese momento cuando Sara me invitó a una pijamada. Quiero decir, esa era la primera vez que ella mencionaba la posibilidad de ir a su casa. Así que dije que sí.

Bueno, su departamento resultó ser pequeño pero acogedor, y, en realidad, no había nada de qué avergonzarse. Ella tenía su propia habitación y ahí era donde nos quedamos. Sara fue a la cocina para traernos algunos bocadillos, y miré alrededor de su habitación.

Al principio no le presté mucha atención a una pila de papeles sobre su mesa. No eran de mi incumbencia de todos modos. Pero Sara estuvo fuera tanto tiempo que los volví a mirar... y me sorprendí. Era muy obvio que ella estaba trabajando en un proyecto para el mismo concurso.

Cuando Sara volvió, se dio cuenta de que había visto los papeles y trató de explicarlo. No quería escucharla. Me levanté y me fui.

Mientras caminaba de regreso a casa, estaba furiosa. No estaba enojada con ella por participar en el concurso, por supuesto que no. ¡Estoy a favor de una competencia justa! Estaba enojada porque ella no me lo había dicho. ¡Eso era extraño! Es decir… yo le había contado todos los detalles de mi proyecto, y ella tranquilamente podía estar robando mis ideas. Sara intentó hablar conmigo varias veces, pero la ignoré. Y la peor

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