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  • hace 17 años
¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo moviendo un pie al ritmo de alguna canción, o ha sentido la incontrolable necesidad de mover los brazos como si fuese el bateria de su grupo favorito?
Existe una vía dorsal auditiva que se dirige desde el giro de Heschl (percepción primaria del sonido) hasta regiones del lóbulo parietal donde se cree que tiene lugar la transformación auditivo-motora. Sin embargo, es importante saber que los distintos componentes de la música como el ritmo o el tono, se perciben por separado. Se sabe, por ejemplo, que ciertas regiones motoras como los ganglios basales, el cerebelo o el área motora suplementaria contribuyen a la percepción del ritmo (se ha visto que estas áreas se activan cuando el sujeto escucha tanto música melódica como ritmos aislados). Por tanto, en vista de estos datos los científicos se han lanzado a secuestrar a músicos para estudiar sus cerebro.
Para tocar un instrumento hay tres capacidades que deben ser entrenadas: el timing (la traducción no es fácil, sería algo así como la elección adecuada del tiempo de ejecución de un acto motor), la secuenciación de movimientos y la organización espacial de los mismos. En cada una de estas capacidades hay implicadas diferentes áreas cerebrales, en las que no me voy a detener, pero que contribuyen a la idea de modularidad del cerebro.

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Aprendizaje

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