Cortisol y aislamiento social
  • hace 16 años
Todos sabemos lo que es la tristeza y la aflicción. Para algunos, sentirse solo puede ser físicamente doloroso. Firmes ejemplos de investigaciones recientes han indicado que el problema no está solo en nuestra mente. El aislamiento social crónico está vinculado a las enfermedades del corazón -provoca estrés en la totalidad del sistema cardiovascular- y también puede perjudicar la capacidad para rechazar resfríos y otros virus. Pero, la causa de esas conexiones no es clara. ¿Ocurre que las personas solitarias tienen menos recursos sociales, es decir, que no tienen de quién depender cuando se enferman o es que la sensación de soledad cambia su biología?

El más reciente estudio apunta a la última parte de la pregunta: la soledad realmente cambia el funcionamiento del cuerpo a nivel molecular. La investigación vincula los sentimientos de aislamiento social a una alteración de la actividad de genes específicos, los que sitúan a las personas solas en un riesgo mucho mayor de contraer enfermedades serias.

El estudio, publicado en la última edición de la revista científica, Genome Biology, también apunta a un hecho sorprendente: es la percepción de que la soledad desencadena las condiciones adversas a la salud, sin reparar en el grado de interacción social que realmente tiene una persona.
Por tanto, ¿cómo el hecho de sentirse solitario puede traducirse en repercusiones adversas para la salud? Los investigadores creen que el aislamiento social crónico desata una reacción en cadena biológica que hace que las respuestas inmunológicas normales comiencen a funcionar mal.
Esa percepción da señales al cuerpo para que produzca la hormona del estrés denominada cortisol. En un sistema inmunológico sano, cortisol indica a un grupo de genes que cierren la respuesta inflamatoria del cuerpo. Pero, en una persona que tiene estrés crónico o ansiedad como consecuencia de su soledad, ese proceso resulta alterado.
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