DISTOPIAS LITERARIAS: "1984 O UN MUNDO FELIZ"

  • hace 7 años
Aldous Huxley, el mayor, publicará en 1932 Un mundo Feliz. Eric Blalir, mas conocido como George Orwell en 1949 conmoverá con el sombrío 1984.
Orwell anticipa los peligros de una sociedad totalitaria en la que el Estado concentra cada vez mas poder. Para simbolizar la opresión externa, imagina un omnipresente ¨ hermano grande ¨ que controla la vida cotidiana de los hombres. Ha sido ésa una de las más poderosas metáforas del siglo para describir las consecuencias del control de todas las actividades humanas del poder.
Huxley en cambio, no supone que una figura autoritaria privará a la gente de su autonomía, le arrebatará su historia o le impedirá madurar. En su profecía, la gente no se resiste a la tecnología con la que el opresor aniquila su capacidad de pensar. Lo terrible reside en que no lo odia, se entrega a él voluntaria y alegremente.
Mientras Orwell alerta sobre quienes nos privarán de la información, prohibirán los libros o nos ocultaran la verdad. Huxley expresa la preocupación opuesta. Imagina que llegaremos a contar con tanta información que quedaremos reducidos a la pasividad, que no será necesario prohibir los libros porque nadie le interesará leerlos ni ocultar la verdad porque pasará inadvertida en el océano de la irrelevancia.
Huxley piensa que en la era de la tecnología avanzada, la gente vivirá entre placeres y lujo pero devastada espiritualmente por un enemigo disimulado tras un rostro sonriente. Para destruir la cultura bastó con que el pueblo terminará convirtiéndose en audiencia, que aceptara ser distraído por lo trivial, paralizado por el entretenimiento perpetuo. A esa altura, sin necesidad de guardianes ni rejas, el dialogo publico no supera ya el nivel infantil y la política no se diferencia del vodevil.
Terminado el siglo, la profecía de Orwell no se ha cumplido. Los regímenes totalitarios se baten en retirada. Tal vez inclusive como consecuencia de 1984, estamos alertas y reaccionamos en cuanto las puertas de la celda comienzan a entornarse y se escuchan los quejidos de las primeras víctimas.
Se concreta en cambio la visión de Huxley. en el mundo feliz en que se convierte aceleradamente el nuestro, nadie grita por la libertad perdida. Al contrario se oyen las carcajadas de la diversión que además, interpretamos como signo de absoluta libertad. Como intuye Postman, el problema no es que la gente se ría en lugar de pensar sino que no sabe de que se ríe ni porque a dejado de pensar.

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