Cacho: "Cuando pasé por el podio me dije: dentro de nada estoy ahí"

  • hace 7 años
Madrid, 9 jul (EFE).- Los 220 segundos que para él duró aquella final olímpica de 1.500 continúan poblando, 25 años después, los sueños de Fermín Cacho, tan convencido, entonces, de su victoria que minutos antes le había dicho a Enrique Pascual: "Ahora siéntate y disfruta, que vas a ser el entrenador de un campeón olímpico".

El atleta soriano, en la actualidad director técnico del equipo GoFit, ha olvidado algunos detalles de la carrera de Barcelona, disputada a las 20.15 horas del 8 de agosto de 1992, pero recuerda nítidamente que cuando pasó por el podio, instalado a media recta central, se dijo: "Dentro de nada estoy ahí arriba".

La campaña de verano en que iba a coronarse campeón olímpico no empezó bien para Fermín. Andaba buscando un signo alentador que le confirmara su puesta a punto para la gran cita, y no bajaba de 3:37.

Pero en su última carrera antes de lo Juegos, en un test organizado por la Federación Riojana, su cuerpo le transmitió el mensaje que necesitaba.

"Hice una buena pista cubierta", recuerda Cacho para EFE. "Récord de España de 1.000 metros (2:20.18) en Madrid y de 3.000 (7:46.11) en Sevilla. Fue un invierno bueno, todo estaba preparado para los Juegos, pero al aire libre no salía la marca".

"Hasta aquél test de Logroño, el 21 de julio, en que hice 3:36.77. La marca levantó algunas críticas, pero a mí me dio confianza porque la conseguí prácticamente solo, en una tarde de perros, con lluvia y mucho viento", apunta.

No asistió a la ceremonia inaugural, el 25 de julio. Prefirió apurar en casa los días que faltaban para la gran cita y vio por la tele a Rebollo prendiendo el pebetero con su certero flechazo.

Cacho llegó tres días después a la Villa. "Mis compañeros fueron un poco cabrones", bromea. "Me dejaron la peor habitación. Había llegado el último y me dieron la que sobraba, en la parte de atrás, una que daba a los motores del aire acondicionado".

Entró en acción el 3 de agosto en el estadio de Montjuic a las 11.00 de la mañana, en la primera ronda de 1.500 metros.

En la charla técnica le recomendaron que se levantara a las 6 de la mañana para tener a punto los biorritmos. "Pero yo le dije a mi entrenador: ¿Para qué? Si yo no me levanto a esa hora ni para ir al baño. Como no estoy acostumbrado a esas horas, luego voy a tener sueño. Y nos levantamos a las siete y media".

Tal era la confianza en sus fuerzas, que siempre que visualizaba la competición se veía en la final, dando por hecho que saldría vivo de las dos primeras rondas. "Visualicé decenas de carreras y lo mejor de todo es que siempre ganaba yo", puntualiza Cacho, que no perdió nunca el sueño en los días precedentes. "Curiosamente, el ruido del aire acondicionado me servía para dormir".

El día de la final, siempre se vio campeón y ni siquiera perdonó la siesta. "Luego, cuando terminé el calentamiento, cogí aparte a mi entrenador y le dije: Esta tarde soy campeón olímpico. Voy a hacer el último 400 en 49 segundos".

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