El burkini marca el discurso político en Francia. Horas después de que el Consejo de Estado anulara la prohibición de su uso en las playas de Villenueve-Loubet, una medida que adoptaron después otros ayuntamientos, el primer ministro, Manuel Valls, ha asegurado que esta decisión no cierra en absoluto el debate.

Frente al argumento del Consejo de Estado de que el uso del bañador islámico se ajusta a la libertad religiosa defendida por la Constitución, Valls replica se trata de “la afirmación en el espacio público de un islamismo político”.

Lo cierto es que varios líderes políticos, como el expresidente Nicolas Sarkozy, ya están haciendo propuestas al respecto. Candidato a las primarias de los Republicanos, Sarkozy quiere extender la prohibición de todo signo religioso vigente en las escuelas a la universidad, la administración y las empresas. El ultraderechista Frente Nacional también respalda acabar con todo símbolo religioso ostentoso.

Mientras tanto, organizaciones como la ONU o Amnistía Internacional han aplaudido la decisión de Consejo de Estado francés.