Londres empieza a estar más que harto del ruidoso exhibicionismo que sufren sus calles todos los veranos. Allí se congregan decenas de conductores de lujosos deportivos que no dudan en pisar a fondo el acelerador para llamar la atención de la gente. Panda Morgan, vecina del exclusivo barrio de Knightsbridge, señala que el verdadero problema ocurre al llegar la noche.
“Las idas y venidas de estos coches, a gran velocidad, hacen un ruido horroso y es imposible dormir”, dice.
El ayuntamiento estudia sancionar, por ejemplo, que se revolucione en exceso el motor, que no se apague cuando el coche esté parado o que se circule en caravana.
“Estoy totalmente de acuerdo con esta decisión”, dice el luchador de Kick Boxing Riyad al-Azzawi, dueño de un ferrari. “Hay que parar esos comportamientos. Aquí se viene a disfrutar con calma de los coches, a que les hagan fotos, es algo bueno”.
Con la ley en la mano, los comportamientos incívicos que quiere atajar el ayuntamiento se castigan con un