Este martes ha comenzado el juicio contra el capitán y 14 miembros de la tripulación del transbordador Sewol, cuyo naufragio dejó trescientos cuatro muertos en Corea del Sur, la mayoría menores de edad. El proceso, que tiene lugar en la ciudad Gwangju, en el suroeste del país, levanta tanta expectación como tensión emocional.

La fiscalía acusa de homicidio por negligencia grave al capitán y a tres de sus ayudantes por haber abandonado el barco sin atender a la seguridad del pasaje. Si se demuestra su culpabilidad podrían ser condenados incluso a la pena de muerte, aunque no se aplica desde hace 17 años. Por los mimos motivos, otros 11 miembros de la tripulación están acusados de conducta negligente con resultado de muerte y afrontan penas de hasta cuarenta años de prisión.

El Sewol se hundió el pasado dieciséis de abril tras hacer un giro brusco que desequilibró la carga de la nave mientras se dirigía a la isla de Jeju, en el sur del país, con 476 personas a bordo. La mayoría del pasaje eran estudiantes de instituto que realizaban un viaje de fin de curso y que siguieron las consignas del capitán, que les ordenó que se encerraran en sus camarotes a la espera de que llegaran los equipos de rescate. Sólo 172 personas lograron salvar sus vidas.