Manila aborda el asunto de los saqueos tras el tifón desplegando a los militares
  • hace 10 años
Ocho personas murieron en el asalto a un almacén de arroz del Gobierno en Alangalang cuando varios de los sacos, de hasta 50 kilos de peso, se desplomaron sobre ellos. Aún así los saqueadores pudieron hacerse con hasta 33.000 de estos fardos.

Estos incidentes de robos de comida se generalizan por todo el país. El gobernador de Taclobán ha dicho que solamente un 20 de la población está recibiendo ayuda y ha negado considerar el saqueo como actividad criminal.

Los víveres y medicinas van llegando con cuentagotas a la ciudad. La ONU ha cifrado en 300 millones de euros las pérdidas tras el desastre.

“Es un poco como el tsunami, creo. En este momento sabemos que ya no queda casi nada. La mayor parte de las cosas están destruidas. Mucha gente sin casa, sin agua potable, sin comida… así que también queremos poner un sistema de potabilización”, explicaba el cooperante belga Tim Van Reet.

Algunos habitantes de las zonas más afectadas por Haiyan han llegado a cavar hacias las tuberías de agua para acceder a ella rompiéndolas. La falta precisamente de agua potable hace temer el riesgo de la expansión de enfermedades como el tifus y el cólera.

El presidente filipino rebajó el miércoles de 10.000 a 2.500 las víctimas del tifón aunque lo cierto es que las autoridades no han tenido todavía acceso a decenas de ciudades afectadas por el temporal. Los cómputos, pues, son totalmente provisionales.
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