(Vídeo) Discurso de Orden de Miguel Ángel Pérez Pirela este 24 de Julio de 2013
  • hace 11 años
Discurso solemne, sesión especial de la Asamblea Nacional por los 230 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar, 190 años de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y día de la Armada Nacional Bolivariana.
Por un hermoso azar de la historia, dos inmensos acontecimientos ocurrieron en una misma fecha. El 24 de julio de 1783 veía la luz el mismo hombre que unas cuatro décadas después haría nacer a toda una patria grande.

Más tarde, en 1823, ese mismo día, las tropas republicanas libraban una batalla naval decisiva para rematar la emancipación primera de Venezuela, que le permitió a aquel hombre, en su cumpleaños número 40, seguir cabalgando hacia la emancipación también definitiva de Ecuador y Perú, y concretar la creación de su hija predilecta, “su amor desenfrenado de libertad”: Bolivia.

Hoy 24 de julio de 2013 nos unen, pues, el natalicio del Libertador, la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, y, por supuesto, aquel que hizo renacer de las cenizas del olvido esa historia patria mancillada: nuestro Hugo Chávez.

Pero, ¿Cómo comenzar este discurso solemne sin antes congratular a los hijos e hijas de quienes, a pocos metros de este recinto, libraron una batalla única y definitiva en medio del chapoteo del Lago de Coquivacoa? Felicidades de parte de todo el pueblo maracaibero a la Armada Nacional Bolivariana, componente cuyo primer estandarte fue enarbolado en 1806, en una expedición armada comandada por aquel caraqueño universal que se llamó Sebastián Francisco de Miranda.

Hemos venido hoy a celebrar el Lago, porque nosotros los venezolanos somos hijos de estas aguas, nido de libertades y seno de nuestra independencia. Si en la conquista, el nombre alucinante de “piccola Venezia”, hoy Venezuela, nació precisamente de los poblados palafíticos de origen precolombino, que estaban asentados en sus costas y que el navegante italiano Américo Vespucio pensó que se trataba de una isla muy parecida a aquella ciudad italiana; la autonomía de nuestra patria también se cristalizó entre sus riberas.

Una de las primeras descripciones de un poblado indígena asentado en el lago fue hecha por el propio Vespucio. Está contenida en una carta que éste envió, desde Sevilla a Florencia, el 18 de julio de 1500 a Lorenzo Pier Francesco de Medici.

Reza así: “Desde esta isla fuimos a otra vecina de aquella, a diez leguas, y encontramos una grandísima población que tenía sus casas construidas en el mar como en Venezia, con mucho arte; y maravillados de tal cosa acordamos ir a verlas, y al llegar a sus casas, quisieron impedir que entrásemos en ellas. Probaron cómo cortaban las espadas y se conformaron con dejarnos entrar, y encontramos que tenían colmadas las casas con finísimo algodón, y las vigas eran también de brasil, y les quitamos mucho algodón y brasil, volviendo luego a nuestros navíos. Habéis de saber que en todas partes donde saltamos a tierra, encontramos siempre gran cantidad de algodón, y los campos llenos de plantas de él, tanto que en esos lugares se
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